Décadas de esfuerzo y trabajo constante por parte de las organizaciones de diversidad y la sociedad civil han hecho posibles numerosos avances en términos de derechos e integración de la comunidad LGBTQI.
Si no formas parte de dichas organizaciones y/o comunidad, lo más probable es que te enteres y observes estos logros por televisión, internet o el diario (señales de humo, telégrafo, etcétera). De cualquier forma, lo más probable es que esta historia de progresos se sienta como algo externo y que, fuera de alegrarte por el crecimiento de la especie humana en materia de tolerancia e integración, no tiene mayor repercusión en tu vida, menos todavía en tu desarrollo psicológico. Pero esta perspectiva está incompleta, e implica que te estás perdiendo algo clave: los logros de la comunidad LGBTQI traen consigo la posibilidad de beneficios psicológicos para tod@s. Ahora te explicamos mejor.
Creando nuevas categorías
Desde tiempos inmemoriales (ni tanto en realidad) que los psicólogos venimos planteando que las palabras y conceptos que usamos para describir e interpretar el mundo que nos rodea y a nosotros mismos son super importantes. De repente has escuchado la frase “el lenguaje crea realidades”. La cosa no es tan así (si meto la mano en agua hirviendo, el hecho de decir “en realidad esta es agua fría” no va a salvarme de unas lindas quemaduras), pero sí podemos afirmar que el lenguaje modula e influye en cómo nos entendemos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Por lo mismo, tener un lenguaje rico, diverso y preciso es clave para un desarrollo psicológico más sano y maduro. Y es aquí donde aparece el gran aporte del movimiento de diversidad, pues con su desarrollo, ha traído una serie de conceptos que nos permiten encontrar matices dentro de nuestra propia sexualidad.
Te proponemos el siguiente ejemplo: antes, si se veía un hombre con maneras o comportamientos femeninos (movimientos suaves, timbre alto, uso de colores como rosado, etcétera) rápidamente se asumía que este era homosexual; al mismo tiempo, era difícil considerar que un homosexual no tuviese conductas marcadamente femeninas. Algo similar ocurría si planteamos el mismo caso, pero para una mujer. Sin embargo, hoy entendemos que la expresión de género (comportamientos, vestimentas, etcétera) no determinan la orientación sexual (aquello por lo que nos sentimos atraídos). Esto termina entregando más libertad al momento de explorar y conocer aquello que mejor nos acomoda y refleja, sin sentir que, mágicamente, nuestra orientación será alterada; abre la posibilidad a que hombres y mujeres heterosexuales tengan la posibilidad de replantearse no solo lo que es aceptado en términos de su sexualidad y cómo expresan esta, si no de lo que es posible.
Una perspectiva
Dar ejemplos y explicar cada nuevo concepto surgido en este contexto da para uno y mil artículos, y hacerlo no tendría mucho sentido, ya que solo queremos apuntar a la importancia de las posibilidades que estos abren para tod@s aquell@s que estén interesados en explorar y entender la propia vida sexual de mejor manera.