Usualmente se asume que la orientación sexual es algo fijo; que, pasada cierta edad, se define y luego no cambia. Incluso algunos psicólogos se forman aceptando sin cuestionar esta idea. Y, sin embargo, nuestra experiencia -tanto dentro como fuera de la consulta- nos muestra que las dudas con respecto a la propia orientación sexual son mucho más común de lo que suele mencionarse en los medios públicos. A continuación retratamos, parte por parte, los distintos elementos que según nuestra consideración pueden ayudarte.
Explorar y descubrir
La orientación sexual no es algo que elegimos. Crianza y genética nos llevan a desear sexual y románticamente a uno o más géneros. Es por esto que en vez de pensar el proceso en términos de definir nuestra orientación sexual, debemos verlo como el proceso de descubrirla. Ahora, todo proceso de descubrimiento implica exploración (para estos asuntos humanos no existen mapas del tesoro). Aquí se presenta el primer problema, pues a pesar de que nuestra sociedad ha avanzado en términos de integración, derechos y comprensión, los prejuicios y la discriminación persisten. Por lo tanto la exploración ya no es tan libre, queda limitada a el contexto sociocultural en el que nos desarrollamos, expuesto a las barreras morales que puedan tener nuestros pares y posteriormente a la capacidad que tengamos para conseguir gente que esté dispuesta a probar experiencias sin salir corriendo. Imagino que ya recuerdas o te vas dando cuenta de lo problemático de esto. Un descubrimiento honesto de nuestra sexualidad implica una exploración libre de la misma, del mismo modo el vivir sin haber explorado lo suficiente siempre nos hará sentir que algo falta en nuestra experiencia.
¿Es natural cambiar?
El proceso natural de exploración en muchos casos está interrumpido, tal como lo mencionamos anteriormente. Por lo mismo, es esperable que las dudas surjan en la medida que nos exponemos a nuevas ideas y a los cambios que vivimos como sociedad. Incluso imaginando un mundo ideal donde el proceso de exploración se da con total libertad, nunca habremos agotado todas las posibles experiencias que podríamos vivir; nunca habremos conocido a todas las personas ni sido expuestos a todas las ideas que la vida puede ofrecernos. Y si consideramos que todas estas variables impactan cómo nos pensamos a nosotros mismos y entendemos y vivimos nuestra sexualidad, por lo tanto el replantearnos nuestra orientación no es descabellado sino necesario.
¿Quiere esto decir que nadie realmente conoce su orientación y que eventualmente todas/os debemos cambiar en este aspecto? No. Este es un proceso individual y distinto para cada persona. Una regla general (“esto se aplica para todos”) sería faltar a la verdad. Lo importante es que si te encuentras dudando de tu orientación, hoy o en el futuro, entiendas que este es un proceso al que puedes abrirte sin miedo, y que puede ser increíblemente enriquecedor, ya sea utilizando tus propios recursos o buscando la asistencia de un psicoterapeuta.
¿Es necesario identificarnos con una orientación o sería mejor sentirnos libre de disfrutar lo que en su momento nos parezca placentero y evitar perder el tiempo con etiquetas?
Es una pregunta muy válida hoy en día y la verdad es que depende mucho del tipo de personalidad; algunos necesitan una base sólida con la cual identificarse y que les provea de reglas de comportamiento que delimiten claramente qué sí y qué no. Pero otras personas gustan de la libertad de la experiencia, de estar abiertos a lo que pueda llegar y apreciar las sensaciones y emociones sin contaminarlas con la intelectualización de las palabras.
¿Qué debería hacer si estando en una relación descubro que ahora me gusta algo distinto?
Es una situación cada vez más común, y bastante natural si consideramos que una gran parte de la sociedad está atreviéndose a botar las barreras del prejuicio independiente de la edad. En un contexto como este, la mejor orientación siempre vendrá del trabajo en terapia que como psicólogos podamos brindarte, en la medida que vayamos conociendo cada uno de los detalles sobre tu personalidad, tus relaciones interpersonales, el desarrollo de tu historia y sus giros, seremos capaces de encontrar contigo la mejor forma de lidiar con este tipo de situaciones que no son para nada fáciles.
En el caso de que la terapia sea un bien que no puedas darte, el mejor consejo siempre será la comunicación honesta, clara y asertiva dentro de la pareja. Honesta y clara son puntos que con cierto esfuerzo se pueden lograr sin miedo. Pero asertiva es la parte más difícil de la ecuación puesto que implica conocer cuándo decirlo, cómo decirlo, con qué tonalidad y cómo reaccionar frente a las posibles respuestas. Sin embargo, es algo que está a tu alcance y que por la importancia del tema es conveniente que lo tengas en cuenta.