Sin dudas, es un tema difícil de abordar para todos y es, sin embargo, de los que más necesidad tenemos de hablar. Gracias a la experiencia en nuestro proyecto «Pregunta al Psicólogo» hemos visto cómo periódicamente nos contactan jóvenes que frente a lo adverso de su panorama se han encontrado ya inmersos en conductas de autolesión.
Primero, si queremos ser un poco más específicos y claros, deberíamos hablar de auto-lesión o conductas de auto-lesión ya que, el cortarse aunque es la forma más mostrada por los medios, no es el único modo en que una persona puede causar daño físico a sí misma; pellizcos, mordiscos y arañazos, entre otros, son posibles, y variarán de persona a persona. Ahora, no todas las personas que se autolesionan lo hacen por las mismas razones y del mismo modo y, por tanto, la aproximación (tanto de la familia como de un profesional) varía dependiendo de esto.
La autolesión es un tema tabú en nuestra sociedad y, por lo mismo, está oscurecido por montones de mitos y prejuicios. Así que partiremos por ahí, por dos de los mitos más esparcidos en nuestra sociedad:
Mito 1: Las personas que se autolesionan lo hacen para llamar la atención
Falso. Si bien existen casos donde la persona que se autolesiona muestra sus heridas (ya sea no molestándose con ocultarlas o intencionalmente mostrándolas) la mayoría de las veces las partes dañadas del cuerpo son escondidas con ropa o accesorios, y el mismo acto de autolesionarse se hace en privado. Ahora, es típico escuchar la frase “solo lo hace pa’ llamar la atención”, como si esto le restara importancia. No es así. Si una persona recurre a autolesionarse para llamar la atención, esto no se puede ignorar y consultar a un profesional es imperativo.
Mito 2: Las personas que se autolesionan lo hacen con la intención de suicidarse
Falso. Una cantidad importante de casos de suicidio implican autolesión, pero la mayoría de las conductas de autolesión no implican un intento de suicidio. Usualmente las lesiones no son de una gravedad que ponga en riesgo la salud de la persona y, cuando se les pregunta, la mayoría afirma que tenían la intención de causarse daño, pero que no planeaban acabar con su vida.
Entonces… ¿por qué alguien se autolesionaría?
Para explicar esto, debemos entender 3 cosas fundamentales del ser humano:
- Todos enfrentamos situaciones difíciles y las emociones y pensamientos negativos que las acompañan.
- Todos desarrollamos mecanismos o estrategias para enfrentar esas emociones y pensamientos
- Estos mecanismos o estrategias tienen consecuencias en nuestra salud; algunas positivas, otras negativas. Por lo mismo, hay mecanismos mejores que otros.
Toma el siguiente ejemplo: Pedro tiene 19 años y su polola de 3 años acaba de terminar con él. Como es natural, Pedro se siente triste; estaba feliz con su relación y quería mucho a su polola. También siente rabia y frustración, además de encontrarse constantemente pensando que no merece ser querido y que nadie lo hará sentir así de nuevo. Aquí tenemos una situación difícil común, con sus pensamientos y emociones respectivas.
Ahora, mientras Pedro se ve envuelto en estos pensamientos y emociones, se activan sus mecanismos para afrontarlas. A pesar de sentirse triste, considera todos los aspectos positivos de su relación terminada y de cómo creció en ella. Recuerda que tiene una familia que lo quiere y ha apoyado incondicionalmente, y que nada impide que en el futuro pueda forjar una nueva relación. Estas estrategias, ya sean desarrolladas espontáneamente o través de terapia o coaching, tienen como consecuencia que reconozca y experimente la situación que vive, enfrente lo que siente y le da la posibilidad de dar vuelta la página y seguir adelante.
Pero, ¿qué ocurre si Pedro no cuenta con estas estrategias y/o vive en un contexto familiar y social más adverso? De alguna manera tiene que lidiar con estas emociones y pensamientos negativos, que persisten y cada vez ejercen más y más presión.
Es en este momento que aparece la autolesión como un modo de aliviar esta constante presión; como un mecanismo que, en la ausencia de mejores estrategias, le permite a la persona desconectarse de emociones y sentimientos negativos. Provee un alivio temporal, y una suerte de distracción del dolor psicológico a través del dolor físico.
En algunos casos la conexión con la emoción está tan separada que la persona ocupa el daño hacia sí mismo como una forma de ‘sentir algo’.
Sin embargo, este alivio viene con consecuencias negativas. Aparte del daño al propio cuerpo, la persona probablemente no enfrenta lo que siente y, a diferencia del ejemplo donde la situación negativa era matizada con aspectos positivos, la perspectiva es predominantemente negativa. Incluso, en algunos casos la autolesión viene acompañada de más aislamiento de la familia y amigos, potenciándose más todavía pensamientos y emociones negativas.
¿Cómo se trata?
En estos casos, lo mejor será buscar la ayuda de un psicoterapeuta y, en algunos casos, complementar este proceso con el apoyo de medicamentos. El proceso que recorre una persona que se autolesiona consiste en generar, aprender y reforzar herramientas que permitan enfrentar las emociones y pensamientos negativos, con el fin de que no sea necesario recurrir a la autolesión. Con el tiempo, la persona va dándose cuenta de lo poco eficiente del mecanismo que usaba, va abandonándolo y lo reemplaza por uno con menos consecuencias negativas. Este es un proceso poblado de altos y bajos, y el apoyo incondicional de un terapeuta será crucial para mantener a la persona que se autolesiona y a su familia en buen camino.
(En muchos casos, familiares o amigos instan a una persona que se autolesiona a interrumpir esta conducta de la nada. Dependiendo del caso, esto puede ser productivo o más dañino todavía. Imagina que le quitamos a la persona el único modo que tiene de lidiar con algo así; lo más probable, es que recurra a otros modos de enfrentar sus emociones y pensamientos, como el alcohol o las drogas. ¡Otra razón más por la cual es clave la ayuda de un profesional!)
Y, ¿qué pasa si conozco a alguien que se autolesiona?
Ya sea una amiga, primo, hermano, hijo, compañero, colega, etcétera, lo primero, es no desesperar. Si bien tu ser querido está pasando por un momento difícil, con la ayuda adecuada la mayoría de los casos de autolesión tienen desenlaces positivos.
Luego, apoya. Lo último que una persona que se autolesiona necesita escuchar es frases tipo “ya, pero si no es pa’ tanto”, “despavila”, “a mí me pasó lo mismo y nunca le di tanto color”, “esto que haces es super estúpido”, etcétera. No retes, no menosprecies, no intentes mirar en menos lo que viven y sienten. Forzar hablar del tema también puede ser complicado; mejor, pregunta si quieren hablar y hazles saber que estás ahí para apoyarlos y que pueden acercarse a ti cuando lo necesiten, ya sea para hablar o solo para compartir. Motívalos a tomar terapia y considera que incluso iniciado el proceso psicoterapéutico, el apoyo de amigos y familiares es fundamental.
Cerrando
Como ves, cubrimos varias cosas. Lo que nos va quedando en el tintero es instar a todos quienes nos leen, no solo a apoyarnos con la difusión de este artículo, si no a abrir el tema de la autolesión en diferentes contextos. Mientras más se hable, más información -idealmente buena- circula. En la medida que mitos y prejuicios desaparecen, más personas que se autolesionan pueden hablar abiertamente del tema y, eventualmente, encontrar un profesional que los ayude.
Recuerda que si quieres aclarar dudas sobre este o cualquier otro tema, puedes dirigirte a nuestra web Pregunta al Psicólogo, o enviarnos un mensaje privado a nuestro Facebook. Y no olvides que ofrecemos psicoterapia y coaching en distintas modalidades para este y otros tipos de afecciones psicológicas. Solo contáctanos y concretaremos una entrevista inicial con uno de nuestros terapeutas.