Combustibles para la ansiedad. ¿Qué pasa si? ¿Y qué ahora? ¿Y qué pasaría después?


Algunas creencias que tenemos insertas en nuestra vida alimentan la ansiedad que sufrimos día a día. Y, si no las mejoramos y les ponemos atajo oportunamente, pueden traernos mayores problemas de lo que pensamos.

Debemos primero tener en cuenta que preocuparse significa pensar en amenazas futuras, con la emoción y sensación corporal de la ansiedad.

Si la amenaza es predecible o la estás viviendo en este mismo momento, no estarías padeciendo ansiedad, sino miedo. Y si estás pensando en amenazas futuras pero te sientes relajado, no estás padeciendo ansiedad o miedo, sino que te preparas precavidamente.

Pero, ¿qué cosas, pensamientos y creencias, alimentan nuestros sentimientos de ansiedad? A continuación te nombramos tres muy importantes, y cómo modificarlas.

1. Intolerancia a la incertidumbre.

En una situación ambigua o impredecible, el cerebro buscará indicadores en el ambiente, cosas que sabe (por experiencias pasadas) que están asociadas con amenazas o seguridad. Si este mecanismo no funciona el cerebro no sabe qué es peligroso y qué no lo es, y cualquier cosa puede parecer una amenaza.

Pero la incertidumbre tiene su lado bueno, especialmente cuando se da en situaciones pasajeras, como el final de las series, regalos de cumpleaños, lugares para vacacionar, etcétera. La incertidumbre aparece cuando tenemos opciones y nos otorga una agradable sensación de libertad, y, en ciertas circunstancias, puede llenarnos de emoción y motivación.

Las estrategias para afrontar la incertidumbre son eliminarla, evitarla o aprender a vivir con ella.

Una manera conocida de eliminar la incertidumbre es a través de la comparación con otros. Estando en la duda, la comparación entrega respuestas certeras para validarse. Nos dice quiénes somos (qué queremos, qué podemos) en relación a los demás. Si por otro lado eres de aquellos que prefieren evitar la incertidumbre, buscarás que alguien más te de respuestas y determine qué camino debes seguir. No es por nada que la intolerancia a la frustración está relacionada con la indecisión.

Para aprender a vivir con la incertidumbre puedes, diariamente, someterte a aquello que te la provoca. Considerar que puedes ir paulatinamente dejando esa preocupación. Pasar de estar todo el día pensando en ello a proponerte hacerlo no más de dos veces al día, luego una, luego solo una vez a la semana. Así te confirmarás a ti mismo que puedes vivir con la incertidumbre y tolerarla.

2. Anticiparse y esperar lo peor.

A veces tomar cualquier situación ambigua y transformarla en su peor versión puede resultar prudente. Por ejemplo, como cuando asumes que si escuchas a niños gritando cerca de un precipicio estos no están disfrutando de la vista, sino pidiendo ayuda y que si no los auxilias estarás en presencia de una gran catástrofe. Pero, en otros casos, no es útil puesto que adelantarnos y pensar lo peor en pequeñas cosas puede traernos preocupaciones innecesarias.

La estrategia para salir de esta ansiedad anticipadora sería preguntarnos ¿Cuán malo podría llegar a ser? De esta forma tomaremos otra perspectiva, considerando que si bien podría haber un desenlace no ideal, no sería el peor de los casos. Otra pregunta a hacernos sería ¿Cuáles son las probabilidades? De esta forma podremos considerar que muchos de los peores desenlaces son muy poco probables de ocurrir.

3. No creer en nuestra capacidad.

Si no nos sentimos preparados para enfrentar una situación, nos sentimos ansiosos, dudamos de nuestras habilidades y nuestro miedo se experimenta como una realidad, haciéndonos menos capaces todavía.

La estrategia para superar este miedo que nos parece tan real es preguntarnos ¿Qué podría hacer? y así considerar todos los recursos que tienes disponibles para enfrentar aquella situación.

Si la situación llegara a ser algo realmente difícil, como una enfermedad grave, pues hazte esa pregunta y comienza a desglosar todos tus recursos: podrías recurrir al apoyo de tu familia y amigos; puedes recurrir a tu fortaleza interior y reforzarla; acudir a diversos especialistas médicos quienes te pueden dar su conocimiento y apoyo; puedes tomarte una licencia médica para recuperarte, etc. Y si bien puede que esa situación sea realmente difícil, ya sabrás que hay cosas por hacer al respecto y ya no te sentirías incapaz de enfrentarla. Así, el miedo dejaría de ser real y desaparecerá.

Lo positivo es que no todas las situaciones que nos aquejan son enfermedades graves, sino algo más banales. ¿Qué pasaría si llueve durante mis largamente planeadas vacaciones al caribe? ¿Qué podría hacer?, podría visitar los sitios culturales de la ciudad; disfrutar de los restaurantes y conocer la gastronomía local o podría caminar bajo la lluvia tropical y vivir una experiencia nueva, la cantidad de soluciones positivas es mucho más grande de lo que imaginas. 

Si a pesar de intentar esto y otras maneras de manejar la ansiedad te está costando mucho, siempre estará la solución definitiva a ese tipo de problemas: la psicoterapia y la conversación terapéutica que ofrecemos en interludio, en un ambiente cómodo y con toda la protección emocional que ofrecemos los psicólogos. 

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