¿Qué nos mantiene sanos y felices conforme avanzamos en la vida?
La interrogante que por cientos de años ha tenido la civilización intentando encontrar la respuesta. Hoy en día estudios hechos en las nuevas generaciones arrojan que muchos creen que el dinero y la fama los hará felices. Los medios nos dicen constantemente que debemos dedicarnos a nuestro trabajo, que debemos alcanzar cada vez más metas y el éxito económico.
Un grupo de investigadores de Harvard planteó hacer una retrospectiva de vidas, para así ver, si con ese registro del presente hacia al pasado, podrían dilucidar qué habría hecho felices y sanas a esas personas, logrando con esto, ambiciosamente entender por fin, qué es lo que realmente hace feliz y sana a una persona.
Durante casi 80 años y hasta el día de hoy, este grupo de investigadores de Hardvard se abocaron a estudiar a un grupo de 724 hombres, que año tras año respondían cuestionarios acerca de sus vidas cotidianas, su salud, su trabajo, etc.
Se dividió a los grupos de hombres en dos. El primer grupo eran alumnos de Hardvard, todos terminaron la universidad durante la Segunda Guerra Mundial y la mayoría fue a la guerra. El segundo grupo eran hombres de barrios más pobres, elegidos para el estudio porque provenían de familias con problemas y poco favorecidas.
Cada dos años se llama a estos hombres y se les pregunta si pueden enviarles preguntas sobre sus vidas, además de entrevistarlos en sus salas de estar, se consiguen sus historias médicas, se les hacen escáners de cerebro, hablan con sus hijos y esposas, registrando las preocupaciones para con estos últimos. Y hace una década se incorporó a las esposas de estos hombres al estudio.
¿Qué aprendieron de estos exhaustivos estudios? ¿Qué lecciones surgen de tantos años de investigación?
Las lecciones no tuvieron nada que ver con riqueza, fama, ni con trabajar mucho. El mensaje más claro de estos casi 80 años de estudio fue este: Las buenas relaciones nos hacen más felices y más saludables. Punto.
Sobre las relaciones, aprendieron 3 cosas:
La primera es que las conexiones sociales nos hacen bien, y que la soledad mata.
Resulta que las personas con más vínculos sociales con la familia, los amigos, la comunidad, son más felices, más sanos y viven más que las personas que tienen menos relaciones. Experimentar soledad resulta ser tóxico. Las personas que están más aisladas de otras personas encuentran que son menos felices, son más susceptibles a recaídas de salud en la mediana edad, sus funciones cerebrales decaen más precipitadamente y viven menos que las personas que no están solas como dijimos anteriormente.
La segunda gran lección, es que no tiene que ver con la cantidad de amigos que tenemos, tampoco tiene que ver con que estemos en una relación, lo que importa es la calidad de las relaciones más cercanas.
Vivir en medio del conflicto es pésimo para la salud.
Los matrimonios muy conflictivos, por ejemplo, sin mucho afecto, resultan ser muy malos para la salud, quizá peores que el divorcio. Las relaciones cercanas parecen amortiguar algunos de los achaques de envejecer. Los hombres y mujeres que están en parejas felices informaron, a sus ochenta y tantos, que cuando sentían más dolor físico, seguían de buen humor. Pero las personas que estaban en relaciones no felices, los días que informaban tener más dolor físico, este se magnificaba por el dolor emocional.
La tercera gran lección, sobre las relaciones y la salud, es que las buenas relaciones no solo protegen el cuerpo, protegen también el cerebro. Resulta que estar en una relación de apego seguro con otra persona a los ochenta y tantos da protección, las personas que están en relaciones en las que sienten que pueden contar con la otra persona si lo necesitan, los recuerdos de esas personas permanecen más nítidos más tiempo.
Las personas en relaciones en que sienten que no pueden contar con la otra persona, son personas que pierden antes la memoria. Pero las buenas relaciones pueden no ser armoniosas todo el tiempo. Algunas de las parejas octogenarias podían pelearse a veces pero en tanto sintieran que podían contar con el otro cuando la cosa se ponía difícil, esas pelean no quedaban en sus recuerdos.
¿Por qué es tan difícil de entender y tan fácil de ignorar?
Cuidar a la familia y a los amigos no es rápido y no es atractivo como el dinero o glamoroso como la fama. Muchos de los hombres cuando eran adultos jóvenes creían que la fama, la riqueza y lograr grandes cosas era lo que necesitaban para tener una vida buena. Pero con el tiempo, en estos casi 80 años, el estudio ha demostrado que les fue mejor a las personas que se inclinaron por las relaciones, con la familia, con los amigos, con la comunidad.
Nuestro cerebro se ha desarrollado por miles de años buscando satisfacer necesidades más básicas como el tener sexo, tener comida, reproducirse y al mismo tiempo sobrevivir. Es por eso que a una buena parte de las personas les cuesta mucho salirse de la preocupación sobre esos aspectos más primitivos y es ahí donde el poder proyectarnos en el futuro con una vida saludable y comenzar a hacer todos los cambios necesarios implican subir al siguiente nivel.
En muchos casos puede que esto te cueste más de la cuenta y nosotros con gusto te ayudaremos en nuestro Centro de Atención Psicológica Interludio. Puedes siempre agendar tu hora aquí o bien, contactarnos a través de nuestro sitio facebook.