Fue Carl Jung el primero en referirse a los tipos de personalidad extrovertida e introvertida, él mismo fue quien dijo expresamente que nadie es completamente introvertido o extrovertido, sino que cada uno tenderá a favorecer alguna de estas características.

La poca compresión de este espectro —creyendo que debemos encajar en el uno o el otro— nos limita y mucho. Ya en un estudio publicado en la revista `Psychological Science’ los resultados indicaron que muchas personas experimentan flexibilidad social y emocional, pues se identifican con la introversión y extroversión al mismo tiempo.

Siendo un espectro, todos podemos fluctuar entre la extroversión e introversión con alguna tendencia marcada a cierta actitud más que a otra dependiendo del contexto.  Incluso, esta fluctuación ha sido definida como ambiversión.

La clasificación, a pesar de fluctuar, no es un mito. Se hizo primodialmente porque cada persona tiene distintos umbrales de excitación, que sería la capacidad de responder a los estímulos del medio. Por tanto, si una persona con tendencias introvertidas -o sea con menor capacidad de reaccionar a estímulos- actúa como extrovertido por mucho tiempo, podría agotarse, sentirse abrumando o estresado. Y así un extrovertido actuando mucho tiempo como introvertido, podría sentirse aburrido o inquieto. Puesto que hay un nivel óptimo de excitación.

Los extrovertidos se encuentran por debajo del nivel ideal de excitación, y por lo tanto sienten la necesidad de buscar situaciones excitantes o estimulantes, a diferencia de los introvertidos que están crónicamente por encima del nivel óptimo de excitación (lo que significa que tienen un umbral más bajo de estimulación). Como resultado, los introvertidos intentan disminuir su nivel de excitación buscando ambientes y actividades tranquilas, lo que tiene mucho que ver con que se les considere erróneamente como antisociales.

Una sociedad injustamente extrovertida.

Está demás decir que  nuestras estructuras sociales satisfacen las necesidades de los que poseen tendencias extrovertidas —desde los espacios abiertos de oficinas hasta bares ruidosos, pasando por el sistema educativo—, a pesar de que entre un tercio y la mitad de la población posee una tendencia al carácter introvertido. La generación millenial ha ido abriendo el camino a quienes se sienten diferentes y ha validado a aquellos quienes se ven relegados por la sociedad por ser considerados antisociales. Un buen ejemplo de esto es que hace varios años el concepto de juntarse con unos pocos amigos para beber algo y jugar videojuegos no era considerado como entretenido por la mayoría; mientras que hoy es un tipo de carrete totalmente validado y ya común en varias generaciones.

Por otro lado, debemos tener cuidado con clasificarnos rígidamente, ya que el identificarnos totalmente con algo y etiquetarnos siempre nos limitará; pero identificarnos como introvertidos nos limitará particularmente. El psicólogo de la personalidad Brian Little, autor del libro “Yo, yo mismo y los demás: La ciencia de la personalidad y el arte del bienestar” nos explica que algunos introvertidos se ven a sí mismos sólo como introvertidos, ignorando todas las dimensiones del esquema de la personalidad:  “Nadie es solo poseedor de una tendencia o cualidad. Creer que lo somos, nos coarta la libertad de ser y crear nuestras vidas acordes a nuestros valores y lo que es realmente importante para cada uno”.

Nuestra personalidad puede ser fluida y darnos la libertad de actuar según lo que deseamos y sentimos, no en función de la etiqueta o clasificación que nos ponemos.

Es muy lapidario considerar que debemos encajar en un papel o libreto que rige nuestras vidas. Al etiquetarnos nuestra mente asume automáticamente un rol  con el cual se identifica y tendrá una tendencia a actuar acorde a ello y esto puede hacer que evitemos ciertas actividades que nos gustan pero que nos parecen disonantes por el mero hecho de no corresponder a esa etiqueta.     Al romper las etiquetas dejamos a nuestro cerebro libre de los pensamientos limitantes que inciden en nuestro día a día permitiendo la posibilidad de probar nuevas experiencias y sentirnos más acordes a nuestra propia esencia.