Muchas personas sufren o han sufrido de algún grado de enfermedad mental o estados muy cercanos a ésta, pero aún así, se les estigmatiza. Aquella visión antigua que rodea a las enfermedades mentales nos impiden recibir la ayuda que necesitamos y nos impiden dar el apoyo que los demás necesitan de nosotros.
A continuación analizaremos los cinco mitos que más se escuchan en torno a la psicología y la salud mental para que actualices tu sistema.
Mito 1. La cosa es fácil: o estamos mentalmente sanos o mentalmente enfermos.
La verdad es que nuestra salud mental siempre fluctúa, a veces los movimientos pueden ser graduales o bien, interrumpir nuestra vida de un momento a otro; lo mismo que nos pasa cuando sufrimos de problemas físicos/orgánicos, tales como resfríos, discopatías o presión alta, estigmatismo, algunos tienen un desarrollo gradual, otros nos pueden afectar muy rápidamente. Esperamos siempre estar tranquilos emocional y físicamente, pero debido a las exigencias de nuestro ambiente y a nuestras características personales, no siempre estaremos a punto y no hay nada de malo en aceptar que a veces necesitamos ayuda, o en los casos más leves, aceptar que simplemente estamos viviendo un mal momento pasajero.
Mito 2. La enfermedad mental es una señal de debilidad
Este mito naturalmente viene de una época en la que el ideal humano estaba en ser un hombre, bien machito, ese hombre que no teme a nada y no llora por nadie. Por suerte hoy vivimos en una época donde buscamos que las personas sean verdaderamente valientes y eso implica tener la fuerza y el coraje para aceptar que, sin importar el género, todos tenemos altos y bajos, todos podemos tener ganas de tirarnos a llorar o bien, de darle golpes al saco cuando el contexto lo amerita. Muchas personas con problemas de salud mental son muy fuertes mentalmente; aparte de la fuerza necesaria para poder sobrellevar la vida en sus momentos más difíciles, debemos considerar que la fortaleza mental se construye y todos podemos tomar esa decisión, independiente si tenemos una enfermedad mental o no.
Mito 3. Los problemas mentales no se pueden prevenir
Tal como prevenimos gran parte de las enfermedades físicas con buena dieta y ejercicio, podemos prevenir gran parte de las enfermedades mentales con un buen trabajo terapéutico acompañando nuestro desarrollo en la vida y teniendo buenos hábitos mentales. Tal como eliminamos el exceso de azúcar, eliminamos los hábitos y pensamientos destructivos, o los pensamientos que rumiamos, las preocupaciones vacías o imaginarias, las creencias irracionales, los “yo debería” y los “los demás quieren que yo haga..” Es cierto que algunos diagnósticos tienen una base genética muy importante y que —todavía— no se pueden prevenir, pero ocupemos la mejor disposición y trabajemos en lo que tenemos a mano.
Mito 4. Los problemas mentales son para siempre
Esto podría ser una realidad si sólo consideramos a esas personas que ya fueron absorbidas por el concepto de “funcionalidad” y viven tapando sus síntomas gracias a los fármacos psiquiátricos. Pero no, todavía existen muchas personas que se interesan por mejorar lo que está debajo de los síntomas, el problema raíz. Implica un trabajo más lento, los psicólogos no hacemos nuestra pega buscando economizar tiempo, por el contrario, buscamos que la persona esté bien y eso a menudo toma tiempo. Pero en muchos casos es la única forma de poder llegar al foco problemático y sanarlo desde su núcleo, luego los síntomas desaparecen naturalmente. Además, si bien, no todos los problemas mentales son curables, como la esquizofrenia por ejemplo, sí son tratables.
Mito 5. Si te propones mentalmente sanar, mágicamente tu mente se sanará.
Quizá con buena intención muchas personas les dicen a personas que sufren de enfermedades mentales que simplemente cambien su actitud frente a la vida, que simplemente lo superen, pero no consideran que el no poder superarlo es exactamente el problema, es pedirle al ciego que vea, o a un mudo que simplemente se proponga hablar. Es fundamental tener una buena disposición al cambio, es increíblemente necesario tener la motivación para sanar, pero debe ser honesta e informada. Debe ser honesta porque la decisión debe partir por ti y no para complacer a tus cercanos. Debe ser informada porque aceptar mejorar, implica aceptar los cambios, aceptar que saldrás de tu zona de confort y que tendrás que tomar la ayuda de un psicólogo que vaya contigo leyendo el mapa para que puedas ir navegando tu propio barco.
Mito 6. El tratarse es una pérdida de tiempo y dinero.
Es un gasto de tiempo y dinero, sí. Pero bajo ningún punto de vista es una pérdida de ambas, es de hecho, lo contrario. En una sociedad que gira en torno al dinero muchas personas nos enceguecemos y creemos que las cosas valiosas son sólo aquellas que tienen una gran rentabilidad económica. Pero la mayoría de las personas que se consideran ya bien dispuestos económicamente experimentan al mismo tiempo un vacío interno realmente grave. Las generaciones anteriores han tenido que pagar el precio de este estilo de vida, especialmente la generación de los baby boomer. Sus hijos, los de la generación millennial han visto en carne propia esta falta de sentido propio y quisieron arreglarlo buscando una vida basada en el equilibrio entre la funcionalidad y el desarrollo intelectual-emocional. Actualmente tenemos una infinitud de casos de artistas y emprendedores que han podido encontrar —como diría Sócrates— una vida digna de ser vivida, es decir, una vida en la cual han podido trabajar sus rasgos internos, externos y luego de encontrarse a sí mismos, pudieron encontrar un camino en el cual no traicionan sus propias convicciones.
De todo lo anterior viene al caso hoy en día comenzar a considerar la «rentabilidad emocional» de las cosas, considerar cuánto nos aporta y nos aportará en el futuro para tener una buena vida sin culpas ni arrepentimientos. Si buscamos rentabilidad emocional, la psicología y la filosofía son, lejos, las mejores compañías en las que puedes comprar acciones.