A menudo escuchamos esta frase y está muy asociada a las relaciones amorosas, donde se les incita -y demanda- a aceptarse tal y como son. Se nos ha dicho siempre que debemos aceptar al otro con todas sus virtudes y defectos; que aquello no sólo es amor, sino, amor incondicional.  Es más, se nos ha enseñado que el “desear cambiar a la pareja” es una muestra inequívoca de que el enamoramiento está acabando.

El gran problema radica en que, cuando hablamos de amor, no se matiza el concepto de ‘aceptación’, y se desestiman los riesgos de ignorar sus sutilezas. Se nos llama a aceptar a lo bueno y lo malo, sin tomar en cuenta que, en muchas ocasiones, esto puede contribuir al estancamiento del desarrollo y, en los peores casos, pone en riesgo el bienestar y la vida. Por ejemplo, hay personas que, siguiendo este concepto de aceptación incondicional, ven las conductas abusivas de su pareja como algo que no deben criticar; viven día a día bajo constantes maltratos por estimar que esto es sólo una parte de su pareja, una parte que deben aceptar si es que realmente la aman.

A continuación, analizamos estas sutilezas:

Lo positivo de la frase: La aceptación y validación

El lado positivo de esta actitud destaca cuando una pareja valida nuestros gustos, valores, aptitudes y actitudes; generamos un lazo de complicidad, más incluso si compartimos algunos de ellos. Esta validación se hace todavía más importante cuando una persona vive en un entorno altamente hostil, violento o discriminatorio, y la relación de pareja aparece como una suerte de oasis emocional.

Sentir y saber que nuestra pareja nos entiende, comprende y acepta, es algo deseable y positivo dentro de una relación. Es así como se construye un sentido de confianza en el otro, que va dando pie a más apertura y comunicación de sueños, miedos y expectativas y, finalmente, a lograr construir una vida compartida.

Lo tóxico de la frase: La persona queda limitada a sus defectos, siente que no hay que mejorar

La aceptación incondicional de los defectos de la pareja (y, por supuesto, de los propios)  es un gravísimo error. Podemos comprender estos defectos; aceptar su existencia y entenderlos como resultado de una crianza negligente, un entorno tormentoso y malas decisiones pasadas, pero lo sano para nuestra vida -y una relación- es buscar el mejoramiento personal permanente nuestro y de aquellos que nos rodean.

En una relación de pareja debemos aspirar a apoyarnos y comprender nuestros errores para mejorarlos, crecer como individuos y como pareja. De lo contrario, terminaremos con una relación que fomenta patrones tóxicos de comportamiento, patrones que, probablemente, también ocasionan problemas en otras áreas de la vida, como el trabajo. Una relación donde se incite el crecimiento constante nos prepara para enfrentar el mundo y los embates de la vida; nos motiva a mantenernos atentos a los nuevos desafíos, y a no seguir tratando de resolver nuevos problemas con estrategias obsoletas.

Lo complicado de la frase: Si alguien quiere cambiar, hay un riesgo

Cuando le decimos a nuestra pareja que la aceptamos -o queremos- tal como es, hay un riesgo de interponernos en su deseo de cambiar. Esto se debe a que, al cambiar y crecer, dejaremos de ser aquella persona que el otro amó, y la relación -naturalmente- será puesta en riesgo. Este riesgo aumenta cuando consideramos que las ramificaciones de un cambio psicológico se pueden estirar más allá de lo anticipado (el cambio de una conducta específica, por ejemplo, puede que una persona que aprende a quererse y amarse, comience el proceso de consumir más cultura y menos televisión basura.  Pero puede que esto también lo extienda a tener una dieta saludable y quizá incluso, pueda querer comenzar a tener una vida más activa o fitness.  Estos cambios saludables, están todos relacionados con la misma idea central: Crecer, estar mejor, vivir tranquilo y preocuparse por el futuro de la mejor manera.    Pero tal vez pueda generar un roce cuando la pareja sólo quiere seguir viviendo una vida donde consumen contenidos tóxicos, sedentaria y una pésima alimentación.  He ahí el desafío.
No  es necesario que ambos vivan los mismos cambios, pero sí es muy importante que ambos tengan la capacidad de apreciar y potenciar el crecimiento de su pareja.

Es por esto que debemos ver a nuestras parejas como humanos en constante cambio. Esta postura nos dejará siempre en un estado de vulnerabilidad, expuestos a que el cambio del otro termine por alterar la relación, pero provee la apertura para que ambos integrantes de la pareja construyan una vida sana y plena, y abre oportunidades de diálogo para que la relación evolucione junto con los individuos que la componen.

Esperamos que consideres esta información y así la próxima vez que decidas buscar pareja, te preocupes no sólo de encontrar a alguien que «te quiera con tus virtudes y defectos», sino alguien que «te quiera con tus virtudes, defectos y además desee apoyar tu crecimiento».
Si estás en un proceso de mejora personal y esto está creando un roce permanente con tu pareja recuerda que siempre puedes contar con el apoyo de uno de nuestros psicólogos y de esa manera estar mejor emocionalmente mientras que al mismo tiempo puedes ir aprendiendo técnicas para tener mayor asertividad con tu pareja y así potenciar tu desarrollo.
Si estás en el proceso de encontrar a alguien luego de haber cometido varios errores eligiendo a personas en el pasado, puedes contar con nuestra ayuda para aprender en qué detalles fijarte y que pueden ser indicadores de aspectos sanos o tóxicos en una persona.

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