Todos cargamos con una mochila de creencias acerca de la vida que moldean la forma en que pasamos nuestros días. Pueden ser negativas como “la vida no es justa” o positivas como “la gente en general es buena”. O creencias sobre nuestro futuro como “las cosas generalmente me resultan” o “las cosas nunca mejoran”.
Pero las creencias más pesadas en esa mochila, son las que tenemos acerca de nosotros y un estudio publicado en el  journal Cognitive Therapy and Research, encontró que estas dos son las que más influyen en el desarrollo de un posible cuadro depresivo:

TENGO QUE AGRADARLE A TODO EL MUNDO

Esto puede incluir muchísimas variaciones que a la larga nos traerán problemas; por ejemplo el creer que “Mi valor depende de cómo me ven los demás” o “Lo que los demás piensen de mi es muy importante”.

El problema con estas creencias es que ponen tu felicidad en las manos de otros. Y es imposible controlar cómo los demás reaccionarán, pensarán o nos juzgarán.

¿ Y cómo manejarlo? Pues el antídoto para dejar de depender del juicio exterior es algo conocido como “reconstrucción cognitiva”.
La reconstrucción cognitiva es un proceso en el cual sacamos a la luz las creencias que entorpecen nuestro camino, preguntándonos ¿es esto realmente verdad?, para luego crear una creencia más precisa en su lugar. Nuestra meta es eliminar esos pensamientos tóxicos que contaminan el camino a alcanzar nuestra plenitud.

Entonces, reestructuramos el pensamiento “Tengo que agradarle a todo el mundo”, quitando la necesidad: “Tengo que”, luego el término totalitario “a todo”, para modificarlo a “Probablemente, a la mayoría de las personas, les gusta casi todo acerca de mi”.
Incluso, puedes quitar el énfasis en la importancia que le das a las opiniones de los demás por completo y la frase se modificaría así: “En general, estoy feliz conmigo mismo, así que la gente correcta me encontrará”. Todos ansiamos amor y aprobación,  — es parte de ser humano— pero buscar amor y aprobación incondicional de parte de todo el mundo, no es necesario ni realista.

TENGO QUE SER PERFECTO

Esta creencia tiene demasiadas variedades también, algunos ejemplos serían pensar que “Si fallo en mi  trabajo, soy un fracaso como persona” “Si no entiendo algo completamente, significa que soy estúpido”, Si no puedo seguir el ritmo de todos los demás, significa que soy inferior” o “Si me equivoco en algo, es tan malo como equivocarse en todo siempre”.

¿Porqué esta creencia podría inclinarnos a la depresión? es el —todo o nada— o el pensar en blanco y negro sin considerar los grises. Entonces si no somos perfectos, evidentemente somos sin lugar a dudas, un rotundo fracaso, y peor, nos lleva a pensar que nuestro valor se basa en nuestro rendimiento, entonces, si nuestro rendimiento no es perfecto, no tenemos valor y los demás nos rechazarán o nos cambiarán por un otro.

¿Cómo reestructuramos este pensamiento? Manteniendo nuestros estándares altos, pero alcanzables, de ninguna manera mediocres. Y por supuesto, permitiendo flexibilidad. Y de nuevo, la meta de la reestructuración cognitiva en este caso, no es tener un pensamiento más positivo, sino más preciso.

En concreto, transformamos el “Tengo que ser perfecto” convirtiéndolo en un proceso, por ejemplo: “Trabajo duro y hago mi mejor esfuerzo” o “Vivo acorde a mis valores”. Otra forma es rechazando la idea de este perfeccionismo por completo, por ejemplo substituyéndolo por: “Estoy bien como soy” o “Soy suficiente”. Una vez que dejamos de tratar de ser perfectos, dejamos de preocuparnos por nuestros defectos.

Estos pensamientos pueden estar tan enraizados en nuestra vida, que estas simples sustituciones no hagan efecto a pesar de intentarlo, ya que toma mucha práctica, autoreflexión y disciplina, además de amabilidad para con nosotros mismos. Por lo tanto no te desanimes si durante mucho tiempo de practicar, estos pensamiento furtivos aún te atormentan o incluso, muchas veces puede que ni siquiera te des cuenta, sólo sufras sus tóxicos efectos. Pero, siempre podrás transformar tus creencias y pensamientos a unos mejores, más precisos y sanos. Recuerda que siempre puedes buscar ayuda de un psicólogo clínico cognitivo, donde un proceso regulado te podría ayudar a trabajar cada pensamiento y aunque no lo creas, transformar tu vida.
Somos lo que pensamos.