El momento donde, a pesar de tener claras tus metas y objetivos, te sientes paralizado o estancado, es allí, donde seguramente hay una creencia dañina interviniendo sin que te des cuenta.
¿Qué son las creencias dañinas?
Las creencias son un conjunto de representaciones internas de la realidad que actúan como filtros colocados delante de nuestros sentidos. A través de ellas percibimos lo que vivimos, estructuramos nuestro modelo de mundo y configuramos nuestra vida.
Estas representaciones son recursos con los que contamos, algunas estimulan a la acción y nos ayudan a conseguir nuestros objetivos. Otras son paralizantes y nos frenan.
La prueba está en que, si nos creemos capaces de lograr un objetivo, lo conseguiremos; si no, será difícil. Esto lo conocemos como autoeficacia. La autoeficacia, son las creencias que tenemos respecto a nuestra capacidad de lograr un objetivo y debido a muchos estudios, se ha concluido que el creer en nosotros mismos, es parte fundamental para lograr nuestros propósitos.
¿Cómo adquirimos las creencias?
La mayoría de nuestras creencias proceden de la infancia: en esa etapa se arraigaron firmemente en nuestra mente porque carecíamos de criterio personal. Necesitábamos una brújula interior para dar sentido al mundo. Las asimilamos enteras y las aceptamos como propias sin cuestionarlas y así permanecen desde entonces, implantadas por la autoridad de los adultos en forma de convicciones personales.
¿Eres consciente de las tuyas?
Muchas veces no somos conscientes de tener una creencia distorsionada. Por eso es importante el autoconocimiento: revisar nuestro pasado, la educación recibida, los modelos que imitamos por exposición, los modelos impuestos por la autoridad o sociedad, etc.
Según crecemos, deberíamos ir adaptando nuestras ideas fijas a nuestra nueva realidad: sometiéndolas a un juicio crítico cada vez mejor, cada vez más certero. Si no cuestionamos nuestra realidad, nuestras creencias arraigadas o accionar, podríamos caer en profundos errores.
A continuación vamos a ver las cuatro creencias erróneas más paralizantes para nuestro crecimiento personal:
1 “SI ME DEJAN SOLO ME MUERO”
Asociada a: Rechazo, abandono y miedo a la soledad.
CAUSA
Todos al nacer, fuimos seres indefensos y dependientes, sin capacidad de sobrevivir por nosotros mismos. La necesidad de atención, aceptación, compañía y cuidados fue vital para nuestra sobreviviencia. Por tanto, esta creencia tiene una base real fundada en la evolución y la conservación de la especie; el problema surge cuando, llegada la madurez, la seguimos manteniendo sin darnos cuenta que ahora ya tenemos todas las habilidades para subsistir por nuestra propia cuenta y por tanto, el miedo a estar solo queda como irracional.
CONSECUENCIA
Esta creencia perjudica nuestras relaciones al hacernos adultos, nos hace caer en dependencias y en apegos muy nocivos para nuestra salud emocional. Si nos obsesionamos con tener compañía y atención a toda costa, puede que tengamos que pagar un precio demasiado alto: nuestro bienestar y autoestima.
CÓMO CAMBIARLA
Las demás personas son importantes para ti, sí, pero debes convencerte de que de ellas depende solo una parte de tu disfrute persona; del resto, solo tú eres responsable.
Aprende a disfrutar de ti mismo. Puede que ahora no seas capaz de pasar una tarde solo en casa, que pienses que vas a aburrirte o te dará pena, pero, puedes ir afrontando poco a poco la ansiedad que te produce la soledad y entretenerte con cosas que te gusten: cocinar, leer, jugar videojuegos, etc. Dedícate a conocerte y a disfrutar de ti mismo.
Recuerda que si te sientes mal, los demás pueden ayudarte, pero la solución a tus problemas únicamente la tienes tú.
2 “EL MUNDO ES UN PELIGRO”
Asociada a: Vulnerabilidad y debilidad.
CAUSA
En la base de esta creencia se encuentra la siguiente idea: “El mundo exterior está lleno de peligros. Debo mantenerme junto a mis figuras protectoras (padres, parejas, amigos) porque soy frágil, débil y vulnerable”.
CONSECUENCIA
Ya de adultos, esta creencia nos impulsa a buscar seguridad y protección a toda costa. Nos hace mantenernos anclados a lo conocido, temer al cambio y no arriesgarnos.
Por consecuencia, nos perdemos de muchas experiencias en la vida, nos aislamos y dificultamos nuestro crecimiento personal, pues nuestro inconsciente ha grabado que lo desconocido puede dañarnos. Esta creencia es el origen de las fobias, de algunos ataques de pánico y diversos tipos de ansiedad y angustia.
CÓMO ELIMINARLA
Plantéate cuántas veces a lo largo de tu vida has sentido un peligro inminente y en cuántas de esas situaciones el peligro era real.
Piensa que esas llamadas de alarma quizá solo las produce tu mente.
Y, ante situaciones de peligro real, debes darte cuenta de que en realidad tienes mucha más capacidad emocional de lo que creías para soportarlo y actuar bien.
“NO VALGO LO SUFICIENTE”
Asociada a: Falta de cualidades y capacidades.
CAUSA
De niños nos costaba aprender, y en ese aprendizaje a veces acertábamos y a veces cometíamos errores. Y nuestra mente infantil, que observaba la eficacia de ese adulto educador que todo lo había bien, iba grabando una ida: “No sé hacerlo, no valgo”. Especialmente cuando ese educador no comprendía que la ignorancia, la confusión y la escasez de habilidades son propias de la infancia, y que nunca se deben castigar con abandono o falta de amor.
CONSECUENCIA
Los registros de pensamientos dañinos “no soy importante”, “soy un fracaso”, “todo lo hago mal”…son causa frecuente de angustia y ocasionan sensación de ridículo, vergüenza, tristeza, depresión y rabia. También tienen como consecuencia una baja autoestima, pues su origen y su error está en considerar la valía personal según lo que dicen de los demás, según lo que se hace o se posee.
Están en el origen del complejo de inferioridad, la timidez o el menosprecio, la sensación de insignificancia, problemas basados en el temor a que los demás noten nuestra falta de valía.
CÓMO ELIMINARLA
Aprende lo que es la valía per se; el valor que tenemos como seres humanos. Por haber nacido, ya lo tienes. Empieza a darte cuenta de que es permanente. No confundas tus logros con tu valía personal y tus fallos con tu falta de la misma.
Recuerda que no necesitas ser perfecto para vivir, sino vivir para seguir intentando alcanzar ese objetivo que estás retrasando porque impera en ti un miedo a fallar. Algo que te convendría hacer es un inventario de todas aquellas cualidades en las que sabes que destacas, y después elige el lugar, trabajo o relaciones en las que puedes practicarlas y demostrarte lo mucho que vales.
“SOY UNA MALA PERSONA”
Asociada a: Sentimientos de culpa y maldad.
CAUSA
De niño podíamos romper nuestro mejor juguete solo para satisfacer nuestra curiosidad, o despertar a papá poniéndonos a cantar a grito pelado. Nuestro padre respondiendo a esto decía “Eres malo, eres tonto, eres desconsiderado” Y en nuestra ingenuidad, algunos lo creímos y lo hicimos un lema bajo el cual crecimos y mantuvimos hasta adultos.
CONSECUENCIA
“Soy culpable porque, siendo libre, hago cosas incorrectas por maldad, y merezco un castigo”. Esta creencia es el origen de la culpa, o bien del pensamiento de venganza, cuando creemos que el trato que nos dan no es merecido. Ocasiona el sentimiento de injusticia, de enfado y de revancha.
CÓMO ELIMINARLA
La creencia de la maldad es la más peligrosa de todas, porque, según cómo te ves, así piensas; y según piensas, así actúas.
Retrocede en el tiempo y explora tus frustraciones infantiles: allí encontrarás la causa. Para recuperar tus sentimientos de bondad, lo mejor es que empieces a trabajar ya tu propia autoestima.
El mirar en tu pasado puede ser algo intenso y difícil, asegúrate de estar preparado para iniciar el viaje de autodescubrimiento o acompáñate con un psicólogo para tener un viaje guiado, efectivo y más ameno. Debes ser el adulto que necesitaste cuando niño y cuidar de ti mismo ahora que sabes lo que sufriste. Si quieres trabajar en estos aspectos paralizantes de tu vida o en otros parecidos que ya has notado que tienes, contáctanos aquí.