Es casi seguro que, al buscar ayuda psicológica en internet, te han aparecido resultados relacionados como psicoanálisis, reiki, aromaterapia, homeopatía, constelaciones, psicomagia o flores de Bach. Todas estas prácticas tienen algo en común, y es que ninguna tiene respaldo científico o pruebas concretas de que sean realmente efectivas, sólo resultados anecdóticos (resultados que no se pueden comprobar o repetir, y solo reflejan experiencias puntuales). La evidencia anecdótica no es científica aunque puede darnos esa idea, de ahí que estos tipos de terapias caen en la denominación de «pseudociencias» y se caracterizan también por estar afectadas de varios tipos de sesgos cognitivos y que en muchos de los casos ni siquiera se acercan al método científico, incluso quitándole validez.

Las teorías científicas se apoyan en el método de ensayo y error. Los científicos no intentan ajustar los hechos a sus opiniones, sino que buscan incansablemente la refutación de sus postulados. Si esto no es posible por ahora, su conjetura se mantiene como verdad (aunque se entienda que es temporal, esperando ser reemplazada por otra aún más difícil de contradecir).

Las teorías pseudocientíficas hacen lo opuesto. Su objetivo es justificar sus proposiciones de la manera que sea. Los pseudocientíficos le dan prioridad a sus propias opiniones sobre la búsqueda de la verdad. No les interesa saber si sus postulados son refutables, sino que los construyen -y muchas veces los manipulan- para que sean flexibles y puedan adaptarse a cualquier situación y lo que es peor, los hacen terriblemente atractivos para quien no entiende del tema, prometiendo muchas cosas que finalmente no cumple.

Lamentablemente, muchas corrientes psicológicas también son parte de las pseudociencias. Por ello, es crucial que consultes al psicólogo con quien comenzarás tu proceso terapéutico qué corriente de psicología practica.

Dentro de las corrientes psicológicas pseudocientíficas (que no generan cambios reales y a largo plazo, sólo cambios producto de la sugestión) encontramos a la parapsicología, el psicoanálisis, la hipnosis regresiva, la programación neurolingüística, la grafología, la psicología transpersonal, la terapia posracionalista, la terapia humanista, la terapia Gestalt, el análisis transaccional y la terapia de conversión.     Todas las corrientes y prácticas antes mencionadas se basan en la evidencia anecdótica: lo que le pudo funcionar a alguien alguna vez y se piensa que por ello, podría funcionarle a alguien más.

LAS TERAPIAS PSICOLÓGICAS QUE SÍ SON EFICACES

A diferencia de todas ellas, las Terapias Cognitivo-conductuales pueden ser sometidas al método científico. De hecho, el cuestionamiento científico es parte integral de la formación de cualquier psicoterapeuta cognitivo-conductual y, por lo mismo, hay una tendencia general a someter los métodos de tratamiento al proceso de la ciencia. Parte de las Terapias Cognitivo-conductuales son: Terapia Cognitiva, Terapia Racional Emotiva-Conductual y Terapia Cognitivo-conductual.

CÓMO DISTINGUIR CIENCIA DE PSEUDOCIENCIA

Carl Sagan (astrónomo, astrofísico, cosmólogo, astrobiólogo, escritor y divulgador científico estadounidense) fue un defensor del pensamiento y método científico, e ideó una guía en la que destaca los pasos más importantes para abordar una idea desde esta perspectiva. Por contraste, si vemos que alguno de esos pasos no se están respetando, podremos sospechar que estamos en presencia del pensamiento pseudocientífico:

1. Confirmar la realidad. Los hechos necesitan ser confirmados por fuentes independientes siempre que sea posible.

2. La prueba, a debate. Cultivar la discusión sustanciosa, con conocimiento y desde todos los puntos de vista, sobre las pruebas y evidencias que obtengamos.

3. No confundir experto y autoridad. En la ciencia no hay autoridades; como máximo, hay expertos. Las autoridades no son infalibles, y la historia nos ha enseñado que pueden cometer errores.   Incluso lo que diga sólo un experto o un grupo pequeño de ellos, no se considera inmediatamente válido, por eso es importante conocer si respecto a cierta idea, existe o no un consenso científico (quiere decir, si la mayoría de los científicos consideran válida y cierta esa idea)

4. Siempre hay más de una hipótesis. Si algo puede explicarse de muchas maneras, hay que tener claras las pruebas de cada una de ellas. La hipótesis que sobrevive de mejor forma a la refutación tiene muchas más posibilidades de ser la respuesta correcta, y no la primera idea que se nos ocurre.

5. No aferrarse a una hipótesis porque sea la nuestra. Las hipótesis no son más que estaciones en el camino del conocimiento. Hay que preguntarse por qué nos atrae la idea y compararla equilibradamente con las alternativas. Antes de que lo hagan otros, conviene que encontremos por nosotros mismos buenos motivos para rechazarla o, al menos, ponerla en duda.

6. La cantidad es la clave. Si lo que intentamos explicar se puede medir o está relacionado con alguna cantidad numérica, el trabajo será más fácil. Lo vago y cualitativo está abierto a muchas explicaciones, y aunque pueden encontrarse verdades en ese tipo de asuntos, encontrarlas supone un desafío mayor.

7. Es importante considerar todo el proceso argumentativo. Todos los eslabones de la cadena de argumentación deben funcionar (incluida la premisa), no solo la mayoría de las ideas.

8. Lo más sencillo suele ser lo más probable. La regla empírica de la navaja de Ockham -o ley de la simplicidad- dicta que ante dos hipótesis aparentemente igual de válidas, usualmente lo correcto es elegir la más sencilla.

9. ¿Puede falsificarse la hipótesis? Al plantear una hipótesis, debemos ser capaces de plantear bajo qué condiciones (bajo qué evidencia) podremos aceptar que es falso. Sin esto, un argumento no puede ser calificado como científico.

¿Porqué es importante detectar las pseudociencias, pseudoterapias y pseudopsicologías?

Muy simple, por nuestra salud.

Algunas pseudoterapias, por sí mismas, pueden poner en serio peligro la salud y la vida de las personas cuando afirman tener curas milagrosas y rápidas. Tanto la salud física o mental pueden verse gravemente afectadas si no se toman medidas concretas que nos permitan realmente ver mejorías y avances.

Además, muchas de estos tratamientos pseudocientíficos son muy costosos, y alguien que está experimentando problemas de salud debe poder invertir en soluciones que le provean el mejor camino posible, y no incurrir en un gasto de dinero y tiempo que no le llevará a nada.

Finalmente, otro grave problema es que, al presentarse como expertos en su campo, menoscaban la credibilidad de los profesionales de la salud que sí han pasado por procesos de formación más exhaustivos, con bases científicas y/o con la capacidad de incorporar los últimos tratamientos y perspectivas.

Muchas personas pueden terminar creyendo que ya no hay solución a sus problemas porque probaron una de estas pseudoterapias pensando que eran tan válidas como todas las demás, perdiéndose así la oportunidad de trabajar de buena manera en sus problemas y encontrar soluciones.

Como hemos visto, las corrientes psicológicas pseudocientíficas son muchas, y corremos riesgos reales al integrarlas en nuestras vidas y tratamientos. Si tienes dudas sobre cómo identificar tratamientos pseudocientíficos o quieres iniciar un proceso psicoterapéutico basado en evidencia científica, haz click aquí.