Las mentes de los más pequeños/as no están todavía preparadas para comprender en su totalidad la situación actual que vive el país; por lo mismo, recae en nosotros, sus cuidadores (padres, madres, tías/os, abuelos/as, etcétera) orientarlos y apoyarlos.
Los más pequeños (Hasta 6 años)
Historias cortas enfocada en los héroes
En el caso de los más pequeños será necesario llevar la información a lo más esencial. Puesto que su cerebro no está muy desarrollado no tienen la capacidad de captar los hechos complejos como hacemos los más grandes. Trata de contarles una historia corta, ocupando las mismas enseñanzas del día a día y sobretodo, poniendo énfasis en los héroes que están luchando y que nos cuidarán. No tengas miedo a ocupar la fantasía con los más pequeños, contándoles por ejemplo que los cacerolazos son una magia, una música que hacemos todos para que el espíritu de la tierra se acomode acá y en el futuro estemos más felices, tengamos todos comida ricas y que los malos se vayan. Es ideal que no estén expuestos a situaciones de represión o peleas y gritos personales, pero si se da, puedes contarles que ellos están haciendo algo que no se debe hacer, que las personas con mucha rabia pueden convertirse en malos, pero que si los acusamos luego otra persona puede convertirlos en buenos con magia.
Los Niños (6 a 9 años)
Contrarrestamos lo malo con mucho de lo bueno
En esta etapa los niños estarán mucho más expuestos a ver imágenes o escenas de violencia, no podemos controlar tan bien lo que ven en la calle, en la televisión o en los teléfonos. Las historias negativas los marcarán, las historias con magia ya no sirven y por lo mismo en lugar de la fantasía o de negar los hechos, en esta etapa lo que hacemos es preguntarles para saber qué han visto, qué saben, y luego seleccionar una serie de imágenes, videos o experiencias positivas (como los cacerolazos) que podamos mostrarles y enfatizar que por cada persona mala hay diez buenas, que por cada situación mala, pueden haber diez situaciones buenas. Queremos enseñarles a ver la parte positiva de los hechos. Hay que poner énfasis en destacar a todas las personas que ayudan, que aprendan que existen esas personas y que existen muchas maneras de ayudar a los demás en situaciones difíciles como esta.
Preadolescentes (9 a 12 años)
Ya conversamos desde las emociones
En el caso de los preadolescentes es importante conocer cuánto han visto, cuánto saben y cómo han interpretado todo lo que ha pasado. Luego comienza la verdadera conversación cuando les preguntamos cómo eso les hace sentir. En muchos casos las emociones aflorarán con claridad, pero en otros casos encontraremos un ‘no sé’. Ahí podemos ayudarles a ir definiendo desde lo general a lo específico: ¿pero se siente bien o se siente mal? ¿qué te dan ganas de hacer cuando sientes así? Una vez que ya estemos conversando desde las emociones tendremos la oportunidad de equilibrar las emociones. Si siente inseguridad, podemos darles un tremendo abrazo mientras le damos una declaración de que siempre los cuidaremos, que hay mucha gente velando por ellos y que siempre estarás ahí cuando lo necesiten. Si existe intranquilidad e incertidumbre, puedes tomar una hoja de papel y explicarles con dibujos y a modo de esquema, cómo las cosas se pueden mantener lo más constante posible, pregúntale qué acciones cotidianas les gustan para así encargarte y comprometerte a mantenerlas pase lo que pase.
Adolescencia Inicial (12 a 15 años)
El nacimiento de los ideales, el verdadero cambio
En la adolescencia ya con un cerebro mucho más desarrollado las preocupaciones y el foco de atención está puesto en las ideas, las conductas, las filosofías de vida. Habrán muchísimas dudas, especialmente del rol que cumplen en este tipo de situaciones en la primera parte de esta etapa, en cambio ya más cercano a los 15 comienza la preocupación por hacer un cambio. Esta es la mejor etapa para poder explicar la gran incidencia de los ideales en las conductas de los humanos. Podemos explicar que hay personas con diferentes puntos de vista, algunos buenos, otros malos, y qué ideales son buenos para ellos, para la familia y para la sociedad, así como poder dialogar sobre qué ideales son tóxicos y nocivos para todos. Explicar cómo la violencia tiene muchas caras y por qué no estamos dispuestos a aceptarla. En los más grandes habrá que conversar sobre qué problemas ven ellos, dialogar sobre cómo podrían mejorarlos y ayudarles a encontrar actividades en las cuales puedan ser de gran ayuda para solucionar el problema, enseñándoles autonomía y autoeficacia.
Tal como vemos, hay formas simples y concretas de ayudar a los más pequeños a comprender y llevar de mejor forma la compleja situación actual. Con un poco de cuidado y paciencia, podemos darles una mano y disminuir las consecuencias negativas de los eventos ocurridos en el último tiempo.