Sobrevivir a un intento de suicidio puede conducir a una serie de emociones y sentimientos intensos. Muchas personas mencionan sentir una sensación de nueva esperanza o creen que han sobrevivido por una razón. Otros pueden vivir sus sentimientos de desesperanza renovados o pensar en llevar a cabo otro intento. Algunas personas sienten amor y compasión por sus cercanos; mientras que otros pueden sentirse cada vez más solos.
Otras emociones podrían incluir:
– Alivio, o felicidad frente a que el intento haya fracasado.
– Decepción o confusión.
– Vergüenza.
– Fatiga, letargo o agobio general.
– Rabia.
Independiente de los sentimientos que la persona experimente, es esencial trabajar con un profesional de la salud mental capacitado para ayudar a personas a recuperarse de intentos suicidas. La recuperación de un intento de suicidio es posible con un buen plan de tratamiento, aunque el tiempo de recuperación puede variar y la aproximación debe ser multi-dimensional.
PEDIR AYUDA
Uno de los primeros pasos para recuperarse de un intento de suicidio es buscar atención médica. Es importante obtener atención médica para cualquier lesión física o secuelas derivadas del intento. Lo más probable es que un profesional de la salud mental corroborará el estado mental actual de la persona y si todavía esta corre riesgo de realizar otro intento. En caso de ya estar trabajando con un profesional de la salud mental, como un psicólogo y/o psiquiatra, es necesario que se le contacte y se le notifique de lo sucedido.
Si la persona todavía está en crisis o su médico o profesional de apoyo está preocupado por su seguridad, pueden recomendarle que permanezca en el hospital como paciente hasta que su riesgo de suicidio haya disminuido. Las personas con alto riesgo de suicidio que no desean ser admitidas en el hospital pueden ser hospitalizadas involuntariamente durante algunos días. Esto no es común. Sólo es probable que ocurra si los profesionales del área creen que hay un alto riesgo de que la persona vuelva a intentar suicidarse nuevamente muy pronto.
Lo más importante es permanecer en un lugar seguro con la atención y cuidados necesarios hasta que el peligro inminente se disipe.
Una vez que la persona esté en casa, se debe evitar hacer preguntas directas e incómodas sobre lo sucedido. Es importante recalcar que la persona que ha sobrevivido el intento no tiene la obligación de compartir más de lo que quiere y, si necesita más espacio, es fundamental mencionarlo y que el resto lo respete.
Un intento de suicidio es una experiencia difícil, tanto para quien lo vive como para sus cercanos; en ambos casos, si no hay seguridad de cómo abordar o conversar del tema, es una buena opción consultar con un profesional de salud mental para que asiste y guíe este proceso. Dada la complejidad de un intento suicida, este debe ser tratado con cuidado y empatía, evitando caer en estigmatizar, culpar, generar vergüenza y presionar incesantemente.
Siendo éste un evento tan complejo, puede llevar tiempo poder hablar sobre las causas o razones que llevaron a aquella decisión. Incluso, muchos pueden no tener esto claro: el intento se siente como producto de un momento impulsivo de desesperación y confusión. En cualquier caso, las palabras adecuadas pueden irse descubriendo con calma y con la ayuda de un profesional.
Debemos considerar que el afectado y sus cercanos han vivido un evento traumático y, a pesar de que todos se ven afectados de distintas maneras, todos necesitan ayuda.
En el caso de los cercanos afectados, es de suma importancia evitar decir cosas desconsiderada, a pesar del miedo, confusión o rabia que puedan sentir. Además, es importante que encuentren espacios terapéuticos para ellos mismos si lo necesitan.
En el caso de la persona que realizó el intento, es importante que, por sobre todo, priorice su recuperación y pase tiempo con personas que le apoyen y con quienes se sienta cómodo; no debe hacerse responsable de lo que otros sientan con respecto a su decisión. Éste puede ser un tema posterior a desarrollar, pero lo primero es sanar y enfocarse en su recuperación.
¿CUÁNTO PUEDE DEMORAR LA RECUPERACIÓN?
El tiempo de recuperación puede depender de varios factores, incluyendo el nivel de apoyo social/emocional disponible y del trabajo que se haga con los profesionales de la salud mental.
La recuperación suele ocurrir en etapas. Un estudio publicado en el Journal of Clinical Nursing enumera cinco fases comunes de la recuperación:
– La persona se da cuenta de que todavía tiene cosas que hacer en la vida y/o que no quiere morir.
– La persona se da cuenta que necesita buscar ayuda de otros, como profesionales o seres queridos.
– La persona vuelve a encontrarse con el estrés y las dificultades en su vida.
– La persona ajusta su comportamiento para afrontar mejor los desafíos de la vida.
– La persona acepta que hay partes buenas y malas en la vida y comienza a invertir en su propio bienestar.
El mismo estudio sugiere que la recuperación es a menudo no lineal. La gente a va y viene entre las etapas de autoconciencia, ajuste y aceptación. Una persona puede sentirse neutral un día, estresada al siguiente y luego esperanzada en el tercero. Por tanto, es importante no perder la perspectiva de que la recuperación es posible y que estos vaivenes son naturales y esperables.
Por otro lado, el autocuidado es una parte esencial de la recuperación.
Es importante que la persona duerma lo necesario, tome sus medicamentos si le han sido recetados, acuda periódicamente a las citas médicas o con los profesionales de la salud mental, dedique tiempo a hacer actividad física si es posible; también ayuda dedicar tiempo a hacer cosas que disfrute y cuide de su nutrición, consumiendo todas las vitaminas y minerales necesarios para mantener una mente sana. Muchas veces el déficit de nutrientes juega un papel importante en nuestra salud mental.
Probar la respiración táctica o consciente (mindfulness), el yoga, ejercicios de gratitud, leer citas inspiracionales o ver charlas que hagan sentido frente a la situación vivida pueden ayudar tremendamente.
Cada pequeña o gran cosa tendrá un impacto positivo y sumará a la recuperación.
El autocuidado se ve distinto para todos: parte del proceso es descubrir qué funciona para cada uno, tomando la experiencia de otros como un ejemplo y no una imposición.
LA TERAPIA Y LA RECUPERACIÓN
En muchos casos, los eventos que desencadenan un intento suicida no desaparecen después del intento. Si la persona se encontraba llevando un proceso con un psicoterapeuta antes de su intento, pero la terapia no estaba siendo de ayuda, es importante considerar un cambio en el proceso. No todas las aproximaciones funcionan para todo el mundo, y la terapia debe responder a las necesidades individuales de cada persona. Es importante que la persona plantee qué le está funcionando y qué no, y que se aborden temas nuevos si aparecen y son relevantes.
Aquí llegamos a otro punto importante: desarrollar un plan de seguridad o crisis. Éste considera eventos desencadenantes, señales de alerta y un plan concreto que incluye estrategias para evitar la hospitalización y los intentos suicidas. Dependiendo del contexto, se puede poner énfasis en recurrir a grupos de apoyo, ya sea de forma presencial o en línea.
Es importante que la persona sea honesta y abierta con su terapeuta: es el trabajo de éste ayudar y están entrenados para hacerlo con compasión y sin juicios, pero necesitan conocer toda la información relevante y lo que está viviendo su paciente.
Finalmente, es prudente considerar incluir a familiares y amigos en el plan de crisis y en el proceso terapéutico. Esto queda sujeto, obviamente, a la disposición de estas personas a cooperar con el proceso, pero puede ser tremendamente positivo para compartir emociones y experiencias difíciles.
PREVENCIÓN DE INTENTOS SUICIDAS
Lamentablemente, tener un intento de suicidio es un factor de riesgo para futuros intentos de suicidio. Una revisión de artículos sobre el suicidio realizada en 2014 encontró que una de cada 25 personas que son hospitalizadas por autolesión se suicidan en un plazo de cinco años. Un estudio realizado en 2016 sobre 1.490 personas que intentaron suicidarse encontró que casi el 82% de los que no completaron su primer intento lo hicieron dentro del año siguiente.
Por lo tanto, es crucial que, durante el período de recuperación, se desarrolle un plan de crisis. Esto es algo que se puede ser planteado y conversado con el profesional de salud mental a cargo de la persona. El plan de crisis puede incluir:
– Una lista de los factores que desencadenan los pensamientos suicidas.
– Una lista de las cosas que ayudan a la persona a enfrentar los factores desencadenantes.
– Considerar si existen eventos recurrentes (cada mes, cada año, etcétera) que puedan desencadenar pensamientos suicidas.
– Una lista (o fotos) de sus seres queridos, mascotas y otras cosas que son importantes para la persona. Estas cosas pueden ayudarle a sobrellevar una crisis.
– Nombres y números de personas con las que puede comunicarse, como amigos, familiares, su terapeuta y médico u otras personas de confianza.
– Números de atención inmediata, como la sala de emergencias más cercana, una línea de ayuda u otros servicios de emergencia.
– Una lista de pasos para mantenerse seguro si está en crisis. Por ejemplo, puede planificar cómo podría evitar o deshacerse de los artículos de su casa con los que podría hacerse daño.
También es importante buscar el apoyo de los demás. El restablecimiento o creación de conexiones con personas que se preocupan y quieren ofrecer sus cuidados puede tener un impacto significativo en la recuperación. Cada persona puede ofrecer algo distinto y ninguna es menos importante para apoyar en la recuperación. Una mano cálida en momentos difíciles es tan importante como quien le conduce a la sala de emergencias.
Es de suma importancia que la persona tenga claro lo que necesita y lo verbalice, y que aquellos quienes lo cuiden y apoyen lo escuchen y no desmerezcan sus necesidades; por ejemplo, sus ganas o no de compartir sus pensamientos y sentimientos o su necesidad de compañía en momentos difíciles.
Después de sobrevivir a un intento de suicidio el camino hacia adelante puede parecer largo y difícil. Pero la recuperación es posible con tiempo, apoyo social y profesional. Siempre habrá esperanza en un futuro más estable y pleno, y debemos mantener esto en mente, ya sea que pasemos nosotros por un intento suicida o veamos a un ser querido vivirlo.