La crisis en temas de salud mental es un fenómeno que ha venido creciendo exponencialmente a través de los últimos años, incluso podríamos rastrear sus raíces a décadas atrás. Son pocas las naciones que han sabido darle a la salud mental el protagonismo que se merece y menos aún aquellas que han tomado decisiones eficaces para compensar los diversos problemas que produce la vida moderna y que se exacerban con variables como la pobreza, la poca calidad en educación y el poco conocimiento que existe en torno al tema. En el Día Internacional de la Salud Mental, el tópico central gira en torno a cómo la pandemia del coronavirus ha tenido un tremendo impacto en la SM de todxs nosotrxs así como el visibilizar la necesidad de una intervención pronta y eficaz.
Actualmente existe una lucha o reivindicación de la SM a nivel global, en la cual se busca por un lado educar y quitar estigmas, mientras que por otro lado se busca mejorar los tratamientos y asegurar que cada persona tenga más oportunidades de acceder a ella.
El avance ha sido inmenso en cuanto a la educación sobre las diversas áreas, la lucha contra la estigmatización y la concientización sobre su importancia, pero cuando hablamos de la calidad y la accesibilidad la situación no ha mejorado mucho para todos y una parte importante de la población sigue estando al debe. La formación de profesionales clínicos no alcanza a sustentar la demanda, los estados no son capaces de asegurar atención de calidad directamente ni de subvencionar el acceso privado, fonasa se queda corto y las isapres ofrecen una ayuda que en muchos casos llega a ser más simbólica que efectiva.
Por otro lado, la vida moderna entorno al trabajo, que permite que la mayoría de empresas e instituciones abusen de la SM de sus trabajadores, la pobreza y la cultura del consumismo que nos hace presos del dinero y por ende proclives a aceptar hasta las peores condiciones laborales con tal de obtener una remuneración a final de mes, las redes sociales que impulsan modelos de vida poco saludables, legitiman formas de aprobación a las cuales nunca podremos satisfacer completamente y nos genera una adicción importante que impide el autocuidado. En sumatoria, la mezcla de un estilo de vida coercitivo, injusto y de insatisfacción, mezclado con estados que no hacen bien su trabajo regulatorio, preventivo ni intervencionista, han hecho crecer todos los problemas relacionados con la salud mental al punto de que llevamos varios años hablando de crisis.
Coronavirus
La pandemia mundial que nos ha azotado desde finales del año pasado y que en Latinoamérica ha estado presente desde marzo de este año, no ha hecho más que acrecentar cada una de estas variables. La situación se ha escapado de las manos a tal punto que ya muchos profesionales estamos hablando de la Pandemia de la Salud Mental y aunque sabemos plenamente que el término no cumple con su correcto uso, por no tratarse de una enfermedad en particular, entendemos que sí ayuda muchísimo a dimensionar el nivel de problema en el que estamos cayendo a nivel mundial.
El primer agravante que aparece es el virus mismo y la situación de pandemia. El miedo a contraerlo, su carácter mortal, la posibilidad de contagiarse sin notarlo y de poder contagiar a otros sin querer, sumado a las recomendaciones de seguridad que han ido cambiando paulatinamente en base a lo que se va descubriendo desde la ciencia, han generado las condiciones necesarias para que nuestros cerebros entren en un estado permanente de estrés frente al riesgo real que existe afuera y el riesgo potencial que cada unx puede asumir en distintas actividades cotidianas. El mero tener un virus mortal circulando entre nosotrxs y no ser capaces de verlo como para evitarlo lleva a que estemos en un permanente estado de alarma que no solo agota a los pocos días sino que genera muchísimos síntomas así como aumenta la intensidad de aquellos que ya teníamos antes de la pandemia.
Confinamiento y distanciamiento físico
El confinamiento y el alejarnos de nuestros seres queridos, sin siquiera poder despedirnos con un cariño o un abrazo ha sido muy difícil para la mayoría, sin lugar a dudas ha sido una de las etapas más difíciles de llevar. Ha sido así de difícil porque el virus se aprovecha de una de las cualidades más esenciales de la especie humana y es que somos seres sociales, gregarios y que no sólo buscamos el contacto entre nosotros sino que también necesitamos el contacto con nuestro ambiente, la pandemia generó niveles de soledad que no habíamos vivido nunca en nuestra historia. Para cuidarnos, debimos romper ese conjunto de reglas esenciales. Alejarnos de todo el mundo conocido, literalmente, ha sido una de las principales fuentes de angustia que se añade a las dificultades que ya presenta el virus per se. El duelo de nuestra vida como la conocíamos y el tener que adaptarnos a formas y metodologías para las cuales no estábamos preparadxs ha sido el desafío constante. Con el cierre de negocios, disminución de personal en varios trabajos, cuarentenas, se fueron acrecentando los problemas de la crisis social actual, muchas personas comenzaron a verse imposibilitadas de lo más esencial en una pandemia: comida, espacio y agua, mientras que otros mostraron lo peor de sí comprando en cantidades ridículas, acaparando sin pensar en lxs demás.
En algunos países pese a toda la inversión que se hace para evitarlo, hubo falta de suministros y entre ellos está la falta acceso a farmacias o centros de salud dejando a muchxs pacientes sin sus medicamentos psiquiátricos, lo cual no sólo genera una reactivación de los síntomas que estaban tratando, sino un montón de problemas añadidos debido a los efectos que produce la interrupción de ese tipo de medicamentos en específicos. Otras personas, que teniendo acceso a comprar sus medicamentos pudieron tener problemas para encontrar especialistas y que pudiesen generarles las recetas médicas necesarias para seguir comprando lo necesario para su tratamiento, generando el mismo tipo de problemas.
Incertidumbre/desesperanza
El desarrollo normal de una pandemia de esta envergadura, sumado al pésimo manejo por parte de los gobiernos ha generado un número horroroso de muertes tanto a nivel mundial como a nivel país, los centros de atención médica y sus equipos de trabajadores de la salud han estado trabajando día y noche, sin dar respiro, para tratar de controlar en la medida de lo posible la enorme cantidad de enfermos que llegan diariamente mientras que muchas autoridades privilegian el desarrollo de la economía generando instancias que sólo han generado desesperación y más muertes. La incertidumbre de cómo se mantendrá funcionando el sistema, cómo día a día cambia el escenario, que también se mezcla con distintas muestras de protesta justamente pidiendo elementos que de haberse solucionado con anterioridad, esta pandemia hubiese generado un impacto no tan negativo como lo está haciendo hoy, la militarización de las calles, no para controlar efectivamente el virus ni para asegurar el correcto abastecimiento sino para mantener el control y orden, en otros casos para reprimir de maneras que van más allá de lo violento, generan un clima de incertidumbre, indignación y desesperanza, sumado al duelo por familiares, cercanos o conocidxs, no han hecho más que aumentar las dificultades emocionales de cada persona. Las injusticias que ha hecho visible la crisis social, la desconexión entre gobernantes, políticos y la gente, la militarización del país y la represión llena de abuso por parte de los cuerpos de policía frente a la protesta que demanda soluciones, no ha hecho más que demostrarnos, a la mayoría, que por ahora, estamos realmente solxs.
Psiquiatría y dilemas éticos
Otro de los problemas que aumentan la crisis de salud mental tiene relación con la nula preparación con la que se han enfrentado temas delicados y que debiesen implicar un nivel de análisis y cuidado que, hasta el momento no se ha dado y tiene relación con los pacientes con casos psiquiátricos más severos y con personas neurodiversas que se han visto privadas de sus rutinas de cuidado, de la correcta estimulación terapéutica y que en muchos casos, debido al carácter de su condición no pueden cumplir al 100% los protocolos recomendados para el cuidado de la pandemia o incluso con las exigencias legales como el caso de las cuarentenas, lo cual genera altos niveles de angustia no sólo en ellxs sino también en sus familias y círculos cercanos. Este tipo de situaciones ha generado muchísimos dilemas éticos que en muchos casos no han sido bien resueltos, llevándonos en algunos casos, como por ejemplo la situación de Indonesia, donde a muchos pacientes psiquiátricos los tienen encerrados, con esposas y grilletes con tal de que no salgan y expongan a las demás personas a un posible contagio, lo cual es un retroceso de décadas en el trato y respeto que la psiquiatría ha tratado de devolverle a sus pacientes y que no se condice con las libertades que dan a otros ciudadanos con tal de que produzcan o ayuden a la economía.
Demanda de atención vs oferta restringida
Hoy en día la necesidad de atención en salud mental es más alta que en cualquier punto anterior de nuestra historia y a pesar del tremendo avance que hemos logrado a través de los años, la cantidad de profesionales adecuados (psiquiatras y psicólogxs clínicos) se ha hecho extremadamente poca. Ya mucha gente no tenía acceso antes de la pandemia debido a la crisis con los sistemas de salud pero hoy en día incluso las instancias privadas ya no dan abasto porque están copadas (de profesionales independientes tanto como aquellxs que trabajan en alguna institución) y sabemos que incluso controlando la pandemia del coronavirus, la necesidad en SM seguirá aumentando hasta muchos meses después de que el virus esté controlado.
Desafíos
Necesitamos primero que todo, que esta parte de la pandemia sea visibilizada y que las autoridades competentes puedan entender las dimensiones de lo que estamos viviendo tantas personas así como los escenarios posibles si no se conduce bien. Los gobiernos deben tomar cartas en el asunto, no pueden seguir sacando soluciones parches y deben comenzar a ser eficaces tanto en el control de la pandemia del coronavirus, privilegiando a la gente por sobre la economía y al mismo tiempo mejorando las variables que llevan a hacer de esta pandemia un tema de salud mental sin precedentes en la historia.
Sabiendo que la consulta médica psiquiátrica, como la consulta psicológica serán un servicio escaso, será necesario confiar en los diversos estudios que confirman que diversos tipos de terapia que son considerados más livianos, tienen buen nivel de eficacia y permiten ser aplicados en grupos grandes de personas, ayudando así a que la ayuda pueda incluir a la mayor cantidad de gente posible. Líneas telefónicas de ayuda psicológica, telemedicina psiquiátrica, talleres grupales, intervenciones grupales (online o presenciales con distanciamiento social), entre otras varias, son métodos que deberán aplicarse sí o sí, sino vienen desde el estado las mismas comunidades territoriales deberán organizarse para cuidar a su propia gente.
Aparte de la ayuda externa que puedan o podamos brindarnos, es realmente importante que cada unx de nosotrxs comprenda la dimensión del problema hoy y probablemente mañana, se trata de una situación muy difícil en la que necesitaremos ocupar todas las herramientas que tengamos a mano para cuidarnos. El Autocuidado que antes pedíamos o recomendábamos hoy pasa a ser un requisito vital para poder mantenernos dentro de los estándares aceptables de salud, tal como aprendimos con este virus, cuidarnos a nosotrxs es también cuidar a nuestra familia, nuestra comunidad y nuestra sociedad. En el Autocuidado cada acción aporta un granito de arena, por sí misma no es la gran cosa, pero la suma de diversas acciones y conductas termina generando una armadura protectora a nivel orgánico como psicológico frente a las adversidades que enfrentamos. Nosotros así como también otros grupos y profesionales que ejercen un activismo en torno a la salud mental hemos estado todo este tiempo sacando material gráfico, escrito o audiovisual que entregue herramientas para enfrentar lo mejor posible los difíciles momentos y otras tantas recomendaciones de autocuidado para que cada persona pueda tener idea de qué cambios hacer en su vida, en la medida de lo posible, para soportar lo que dure la pandemia.
Esperamos que puedas compartir este artículo en todas las plataformas que puedas, no sólo para que todxs tengamos claridad respecto de lo que se viene y cómo seguir enfrentando esta tormenta de la mejor manera posible, sino para ayudar a visibilizar la legitimidad de todas las demandas sociales entorno a la Salud Mental.