Comunicar nuestras emociones y pensamientos es parte importante de cualquier relación sana, y a esto debemos sumar compartir nuestras molestias y reparos; aquellas cosas que el otro hace que nos incomodan o dañan. Pero, naturalmente, algunos de estos temas pueden ser dolorosos o difíciles de expresar, existiendo un riesgo de generar un conflicto innecesario o de dañar inadvertidamente al otro.

Afortunadamente, el psicólogo clínico Marshall B. Rosenberg creó el Método de Comunicación No Violenta (CNV) para abordar de manera pacífica las conversaciones conflictivas. Diversos estudios demuestran que esta estrategia aumenta la capacidad empática y mejora la habilidad para lidiar con las situaciones emocionales estresantes, en resumen, aumenta muchísimo tu asertividad.

Este método no se trata de una mera técnica comunicativa: es más bien una nueva disposición frente a lxs demás, más consciente y empática, que busca poner atención a los sentimientos y necesidades de la otra persona, siendo también conscientes de los propios sentimientos y necesidades y sabiendo expresarlos. Para lograr esto, se recomienda enfocarse en crear (o reforzar) un vínculo entre las partes implicadas, y esto se consigue cuando ambos tienen la sensación de que sus necesidades son escuchadas. La técnica considera incluso la comunicación en las circunstancias más adversas, habiendo demostrado ser efectiva incluso en esos casos.

El objetivo de la CNV no consiste en conseguir que los demás hagan lo que nosotrxs queremos. Se trata de construir una relación en la que la empatía  «natural» pueda desplegarse y se identifiquen y reconozcan las necesidades recíprocas. Una mediación resulta exitosa cuando la solución a las necesidades satisface a todxs lxs implicadxs y no se excluye a nadie. Para lograrlo, debemos «captar de manera empática» lo que te dice la otra persona y expresarnos abiertamente. Para comunicar un deseo, el proceso podría resumirse de la siguiente manera.

1. Observación

Primero, hay que contemplar la situación sin juzgar. Muy a menudo evaluamos a las demás personas sin ser conscientes de ello. Si se le llama la atención a alguien con quien vivimos diciendo: “De nuevo dejaste tirada la ropa sucia en el suelo”, se está juzgando la conducta del otro. Se indica que ese comportamiento es frecuente (“de nuevo”) y dándole intencionalidad (“dejaste tirada”), y que la ropa está “sucia” (aunque no puedes estar segurx de esto, pues bien pudo ser usada apenas unas horas del día). Ahora bien, la CNV no prohíbe la evaluación, sino que insta a separarla de la mera observación. La frase podría reformularse de este modo: “Veo que tu ropa está en el suelo del baño”.

2. Sentimientos

Ahora debemos identificar nuestros sentimientos y expresarlos: “Estoy muy enojadx”, “Me siento incómodx” o “Estoy desconcertadx”. Es importante evitar hacer responsable a la otra persona de nuestros propios sentimientos (“Estoy triste porque tú…”). Según Rosenberg, el comportamiento de los otros es sólo un desencadenante de los sentimientos, pero no la causa. La frase “Siento que no te preocupas mucho de esto, que te da igual” no expresa ningún sentimiento, sino que describe cómo interpretamos la conducta de esa otra persona.

3. Necesidades

Es importante que reconozcamos y aceptemos la necesidad que se esconde tras nuestros sentimientos, de manera que podamos responsabilizarnos de ella. En este caso, un ejemplo podría ser que quizá aquella persona que dejó la ropa tirada, a nuestros ojos, puede convertirse en un desconsiderado y desordenado si continúa esa conducta en el tiempo. Ese tipo de pensamientos pueden esconder otras cosas, como que tal vez uno odia la idea de una habitación desordenada porque tiene una necesidad de belleza o perfección. En ese caso, podríamos decir: “Tu ropa está tirada en el suelo. Cuando veo eso me siento incómodo, porque para mí es importante tener la casa ordenada”.

4. Peticiones

¿Cómo podemos pedir algo para que lxs otrxs se sientan con disposición a responder de manera empática a nuestras necesidades? A algunas personas les funciona utilizar un lenguaje positivo y concreto. Para ello, hay que tener claro qué se espera del otro. En vez de soltar un “¿No puedes ocuparte mejor de tu ropa?”, debería preguntar: “¿Podrías dejar tu ropa sucia en la lavadora o una cesta?”. Es importante que estemos siempre dispuestos a negociar nuestras peticiones; así, incluimos al otro en el proceso.

¿Cómo captar empáticamente?

Captar empáticamente significa entender la importancia que tiene para la otra persona la idea que se formula, comprendiendo sus sentimientos, motivos y valores. Una técnica efectiva para lograrlo es parafrasear lo que entendimos que nos dijeron, recapitulando sus sentimientos, pensamientos y necesidades, para luego preguntar si comprendimos bien.


Esta técnica puede prevenir una comunicación violenta con niñxs e incluso se ha demostrado que ayuda a acercarse a jóvenes que usualmente tienden a reaccionar de forma conflictiva.   Por sobre todo, crea relaciones más sanas donde se privilegia la comunicación clara y los sentimientos de los demás son considerados tan relevantes como los propios.

Tal como en la mayoría de los métodos, entenderlo y memorizarlo es sólo el paso inicial, luego el verdadero trabajo es intentando incansablemente una y otra y otra vez, entendiendo que nos costará al principio, que puede darnos frustración o que los resultados pueden ser en un inicio muy distintos al resultado final, por esa razón, ten en cuenta que tal como en otros procesos necesitarás constancia y paciencia, pero a la larga definitivamente se paga todo ese trabajo, permitiéndonos vivir una vida más tranquila y saludable, donde podemos interactuar con lxs demás desde dinámicas honestas y asertivas.