Dado que todxs tenemos necesidades diferentes, las relaciones sanas no se ven todas igual. Además de esta diferencia basada en nuestra propia individualidad, debemos también considerar que las necesidades van cambiando a través del tiempo y, por tanto, una relación que te resultaba sana y satisfactoria a tus 20 años puede no parecerlo tanto a tus 30 o 40.

Así mismo, las relaciones que se desmarcan de patrones tradicionales y normativos también pueden ser sanas, tales como las relaciones abiertas éticas o las relaciones no monógamas éticas.

Esto nos sugiere que el concepto de “relación sana” es altamente variable. Sin embargo, e independiente de la configuración específica de la relación, hay señales clave que caracterizan una dinámica positiva:

1. Comunicación abierta

Salvo casos y situaciones específicas, en una relación sana deberías poder hablar de todo lo que pasa en tu vida, incluyendo problemas o preocupaciones. Incluso si tu o tus pareja/s tienen diferentes opiniones, es importante que haya un espacio de escucha sin juicio y compartiendo perspectivas. Y esto, evidentemente, debe ser recíproco. 

2. Confianza

Este aspecto va mucho más allá de esperar que nuestras parejas no nos engañen; significa que, desde una integridad humana básica, serán clarxs y honestxs y se esforzarán por generar un entorno física y emocionalmente seguro. Se trata de saber que hay una búsqueda constante por tu bienestar como un fin en sí mismo, y un respeto para dejarte tomar tus propias decisiones.  La confianza es base para el punto anterior: una comunicación abierta.

3. Individualidad y límites

En las relaciones sanas los individuos son interdependientes, no dependientes. Esto quiere decir que cada unx puede ofrecer y recibir el apoyo del/a otrx, manteniendo su identidad personal.

En una relación sana, sabes que tienes aprobación y amor por parte de tu/s pareja/s, pero tu autoestima no depende de ello. La relación viene a reafirmar una visión de sí mismx que ya es segura y no está sostenida exclusivamente por la aprobación y cariño externo.

Esto, por ejemplo, implica que cada unx puede tener círculos sociales fuera de la relación, además de tiempo para desarrollarse personalmente en sus propios intereses y hobbies.

4. Interés genuino

En estas relaciones, existe la genuina curiosidad e interés por el otro y su permanente crecimiento, a diferencia de relaciones donde siempre se está buscando al individuo del pasado idealizado que conocieron durante el comienzo de la relación. En el segundo caso, no existe flexibilidad frente a una persona que está en constante cambio y crecimiento; no hay un genuino interés en su individualidad, sino en su versión idealizada. 

La curiosidad e interés también consiste en poder conversar estos cambios individuales para reestructurar la relación en base a ellos, de manera que la relación sea un aporte y se sienta satisfactoria. Esto implica una gran cuota de aceptación, notando que todo cambia: las personas, las relaciones y los contextos. Esta aceptación es el primer paso para adaptarnos y avanzar en conjunto. 

5. Tiempo separados

Si bien en una relación sana se debe priorizar el pasar tiempo juntos de calidad, también es importante generar espacios para tiempos de disfrute individual; esto se logra conversando si necesitan espacios de tiempo espacios físicos separados. Lamentablemente, todavía se mantiene la idea fija de que es necesario vivir, dormir y hacer todo juntxs. Pero lo cierto es que no todo el mundo se ajusta bien a esta aproximación; esto es válido y comprensible y, por tanto, es importante conversarlo de manera abierta y honesta.

6. Tiempo de distensión

Es importante que en una relación sana existan momentos de distensión donde puedan reir y pasarla bien juntos.   Muchas veces la vida se impone con sus procesos rutinarios y momentos difíciles, y tener la confianza para generar esos espacios distendidos es muy importantes para generar compañerismo y resiliencia. Además, estos espacios nos ayudan a manejar el estrés y fortalecen la relación, notando que podemos enfrentar dificultades y disfrutar con el otro. Sin estos tiempos de distensión y entretención puede que la relación se vaya asociando poco a poco a elementos más negativos. 

7. Intimidad física

No todo el mundo disfruta de la misma forma el sexo ni en la misma frecuencia y esto implica que una relación sin sexo puede ser sana: si las partes están cómodas con ello y sus necesidades están consideradas, no hay problema.     En una relación sexualmente activa, debemos apuntar a sentirnos cómodxs al iniciar encuentros sexuales o hablar del tema, manejar de buena manera las incompatibilidades y generar un espacio seguro para expresar nuestros intereses sexuales.

Así mismo, en la intimidad es crucial mantener límites: no presionar a la otra persona a hacer cosas que le incomoden y debemos —sí o sí— respetar sus negativas, compartir información acerca de otras parejas sexuales y discutir todos los posibles factores de riesgo.

Esto subraya que la intimidad física no solo tiene que ver con la intimidad sexual: es un entendimiento y validación de las necesidades y deseos de cada unx.

8. Trabajo en equipo

Las relaciones sanas se pueden considerar como ‘equipos’: se apoyan, van en la misma dirección, hay diferentes roles, diferentes habilidades para aportar, diferentes puntos flacos, incluso cuando estén en desacuerdo o no compartan las mismas metas saben que pueden contar con el equipo cuando sea necesario.  Es importante que el trabajo en equipo no se transforme en una manera de tapar las dificultades de cada unx porque esto normalmente se va traduciendo en dependencia y le quita a cada persona la posibilidad de mejorar esos aspectos.

9. Resolución de conflictos

Es natural discutir, sentir frustración o enojo con nuestra/s pareja/s de vez en cuando. Lo importante es enfrentar y reconocer estos conflictos, hablar sobre las diferencias y distintas perspectivas de manera respetuosa, honesta y clara. 

Aquellxs que enfrentan los conflictos sin juicios o resentimiento generalmente logran llegar a buenos acuerdos y soluciones a través del diálogo.

10. Paciencia en los momentos difíciles

Todxs tenemos malas rachas y pasamos por malos momentos por distintas razones; esto puede afectar, naturalmente, nuestro ánimo y disposición. En una relación sana estas situaciones se reconocen y, de manera flexible y con paciencia, se sobrellevan en conjunto. 

Es importante que la paciencia con nuestra/s pareja/s sea honesta y sin pensar en que nos devolverán lo mismo de la misma manera y en la misma intensidad, nuevamente debemos recordar que somos individuos diferentes y por tanto nuestras formas de apoyo también lo son.

11. Empatía 

Ser capaces de ponernos en el lugar de lxs demás es crucial para entender y comprender sus distintas perspectivas en la vida, reconocerle y conocerle en profundidad. Muchas veces, ser capaces de empatizar con sus ideas puede, instantáneamente, terminar con algunas peleas: comprendemos su punto de vista y lo podemos validar tal como el nuestro. 

De la misma forma, la empatía nos ayuda a poder celebrar y apreciar cada parte del/a otrx, factor importantísimo en las relaciones a largo plazo.

12. Aprecio

Se ha concluído, mediante mucha investigación, que desarrollar una perspectiva de gratitud frente a la vida es esencial para el bienestar personal; de la misma forma, agradecer a nuestrxs compañerxs de vida es igual de importante. 

Tanto agradecer de manera introspectiva como expresarlo de distintas formas ayuda a mejorar la calidad de la relación y la satisfacción con ella.

13. Espacio para crecer

Así como la gente necesita crecer y cambiar, lo mismo pasa en las relaciones.  Cada unx debe poder progresar como individuo y como equipo. Es irreal y tóxico esperar que las otras personas se mantengan toda la vida igual: las metas, miedos, necesidades, etc, van cambiando a medida que pasa el tiempo y evidentemente lo mismo pasa con el aprendizaje y el crecimiento.

Si las partes cambian, no es necesariamente el fin de la relación y es, muchas veces, innecesario sufrir por estos cambios: si son conscientes de éstos y se dan los espacios correspondientes, es posible disfrutar de los frutos del cambio juntxs.  Si se pueden negociar los nuevos requerimientos puede que la relación también crezca. 


Igualmente, si los cambios no son compatibles con nuestras necesidades, se debe entender como un proceso natural de la vida y, si evoluciona en una separación, es muy importante intentar no atribuir culpas: estos procesos, a pesar de ser dolorosos, pueden ser considerados como algo positivo, ya que cada quien puede seguir en búsqueda de algo más adecuado para su vida y necesidades.

14. Cuidado

En una relación sana, la comunicación se manifiesta en una manera en la que no se invalida, menosprecia ni humilla. Cada unx valora su tiempo individual, opiniones y privacidad; protege su integridad física y mental e intenta maximizar su contribución a la relación. No podemos tratar lxs demás en la relación como un objeto, alguien que sólo está ahí para llenar las propias expectativas, tolerar la soledad o por necesitar de alguien que nos ayude con las necesidades más cotidianas de nuestra vida. 

El cuidado en las relaciones se manifiesta en la apreciación y validación de cada persona como individuo, no como alguien que es un bien o servicio para nuestra vida.

15. Reciprocidad

La reciprocidad en una relación sana consiste en estar al tanto de las necesidades del otro y estar cómodxs prestando y recibiendo apoyo o ayuda. En un mundo ideal, estas necesidades estarían equilibradas. Pero la realidad es que, muchas veces, una persona necesita más ayuda y apoyo que otra (como personas con discapacidades físicas o mentales, crónicas o transitorias) y, en estos casos, se debe estar consciente y cómodo con la dinámica, evitando resentimientos y desgaste mental excesivo. 
Recomendamos evitar imponer reglas o favores a través de la regla de la reciprocidad.  No podemos hacer algo como un favor o una regla, sin dialogarlo en la relación y luego esperar que, por reciprocidad, los demás hagan lo mismo o cumplan de la misma manera, eso sería mera imposición.  

La reciprocidad mal entendida consiste en buscar una dinámica de “favor por favor”, y llevar nuestro apoyo y ayuda como un intercambio rígido que no responde a las necesidades de cada unx. 

BENEFICIOS DE UNA RELACIÓN SANA 

Habiendo cubierto las características de una relación sana, podemos ahora mirar los beneficios que estas pueden traernos.

1. Menos estrés 

Estar en una relación comprometida está asociado con niveles menores de cortisol, la hormona del estrés. Esto sugiere que las personas en relaciones comprometidas tienen una respuesta menos intensa al estrés psicológico, y que el apoyo social y emocional que supone tener una relación como esta puede ser un gran amortiguador del estrés. 

2. Sanan mejor

Tanto si se trata de tener a alguien que te recuerde que debes tomarte los medicamentos como de tener a alguien que te ayude a olvidar el dolor, las investigaciones sugieren que las personas en relaciones comprometidas que se han sometido a una operación de corazón tienen tres veces más probabilidades de sobrevivir a los tres primeros meses después de la cirugía que lxs pacientes solterxs. Lxs pacientes en relaciones comprometidas también dijeron sentirse más segurxs de su capacidad para manejar el dolor postoperatorio y estaban menos preocupadxs por la cirugía en general. Un poco de apoyo emocional puede ayudar mucho a una persona a recuperarse de una intervención o enfermedad. (Eso no quiere decir que ese apoyo sólo pueda darse por una relación de pareja; más bien, destaca la importancia de relaciones profundas en general, ya sea de pareja, amigxs o familia).

3. Comportamientos más sanos

Las relaciones sanas marcan el tono perfecto para un estilo de vida saludable en general. Si tus relaciones o seres queridxs te animan a seguir un estilo de vida saludable, es probable que quieras seguir esos mismos pasos.  Es mucho más fácil adoptar comportamientos saludables cuando te rodeas de personas que hacen lo mismo, que simplemente apoyan tus decisiones y elecciones de autocuidado.

4. Sentido de propósito

Es natural que los humanos busquemos un propósito en la vida y deseemos sentirnos parte de algo más grande que nosotros. Estar en una relación comprometida puede dar ese sentido de propósito y pertenencia, generando una serie de beneficios psicológicos e, incluso, físicos.

5. Vida más larga

Investigaciones sugieren que tener relaciones sociales saludables tiene un mayor impacto en evitar la muerte prematura que tomar medicamentos para la presión arterial o estar expuesto a la contaminación del aire. Un estudio sugiere, incluso, que la falta de relaciones sociales tiene el mismo efecto sobre la salud que fumar 15 cigarrillos al día.
(Cabe destacar que no todos buscan o quieren tener relaciones amorosas o sociales en demasía, y eso no significa que su salud se vea necesariamente mermada. No se necesita tener un gran círculo social para ver los beneficios en la salud. Cualquier persona con la que puedas entablar una relación sana será un tremendo beneficio social, mental y físico.)