“Clínicamente, mi impresión general es que las chicas jóvenes con autismo son diferentes [de los chicos], pero ha sido muy difícil demostrarlo de forma científica”, dice Catherine Lord, directora del Centro para el Autismo y el Cerebro en Desarrollo del Colegio Médico Weill Cornell de Nueva York. En promedio, las niñas son más conversadoras, menos disruptivas y menos propensas a quedarse embelesadas por los trenes o los vehículos en movimiento que los niños, dice. Sin embargo, añade, esto también ocurre con las niñas y los niños típicos, por lo que resulta difícil separar las diferencias de género en el autismo de las diferencias de género en general.

“En el caso de algunos varones, puedes hacer el diagnóstico, al menos provisionalmente, en tu mente a los 10 minutos de que entren en tu consulta”, dice Simon Baron-Cohen, director del Centro de Investigación del Autismo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). “Mientras que en el caso de algunas mujeres, puede pasar media hora o no hasta la mitad de una entrevista de diagnóstico de tres horas antes de que revelen lo que hay detrás de la máscara”.

Como bien comentan y recalcan estos dos expertos, se necesita de alguien con experiencia y conocimientos actualizados para lograr hacer un buen diagnóstico, dadas las diferencias que existen entre hombres y mujeres en el espectro.

  1. Las evaluaciones, investigaciones y encuestas están, en su mayoría, centradas en los hombres y sus características.

Por años se pensó que el autismo era una condición mayormente masculina y que solo se presentaba en mujeres en casos muy específicos. Dado este sesgo de género, muchas mujeres en el espectro autista no fueron reconocidas como tales por los sistemas de diagnóstico, a pesar de que pueden presentar síntomas igual de severos que los hombres.

  1. Las mujeres son mucho mejor enmascarando o camuflando sus síntomas.

En general, las mujeres tienen mejores habilidades sociales y emocionales. En el caso de las mujeres en el espectro autista, éstas tienden a buscar mucho más contacto social que los hombres y la necesidad de “saber encajar” en el grupo se vuelve primordial. Es por esto que pueden limitar sus comportamientos típicamente autistas (como los movimientos repetitivos o hablar sin filtro) o incluso esconder sus diagnósticos para no destacar y así pasar más desapercibidas. Esto no sólo hace muy difícil para lxs profesionales detectar la condición, sino que tiene un impacto tremendo en su salud mental y física: muchas actúan una vida que no les acomoda por años, lo que implica un desgaste severo y en muchos casos puede ocasionar trastornos de ansiedad o depresión recurrentes.

  1. Los síntomas en mujeres pueden ser y verse menos severos.

En promedio, los hombres son diagnosticados a temprana edad por presentar síntomas evidentes para pediatras y especialistas. Las mujeres, en cambio, presentan sintomatología que a primera vista puede parecer mucho menos severa, por lo que escapa al personal médico y educacional. Las expectativas sociales juegan un rol importante en este error diagnóstico: no se ve como un problema que una niña sea muy callada, seria, muy ordenada, muy meticulosa, etc; estas características calzan con las ideas de “cómo debería ser una niña” y hacen aún más complejo detectar estas señales como parte de la evaluación.

  1. Los intereses especiales de las mujeres autistas suelen ser socialmente aceptados.

En general, los niños desarrollan intereses muy intensos que habitualmente son vistos como inusuales, como el interés por maquinarias, trenes, piedras o dinosaurios. Aunque naturalmente muchas niñas pueden compartir el gusto por estas temáticas, pero cuando existe un alto grado de camuflaje muchos de los intereses intensos que las niñas en el espectro desarrollan pueden ser vistos como comunes y acordes a lo que se considera aceptado para el género: libros, ropa, películas románticas, muñecas o convertirse en fans de celebridades o músicos. 

  1. Las mujeres son menos propensas al autismo por sus genes.

En el año 2000, un estudio de David H Skuse sugirió que los genes del autismo se encuentran en el cromosoma X. Las niñas heredan los cromosomas X de ambos padres, pero los niños sólo heredan uno de sus madres. Se cree que el cromosoma singular que heredan las niñas contiene un gen impreso que las “protege” de desarrollar autismo. Además, otras investigaciones sugieren que se necesitan más mutaciones genéticas para que el autismo se produzca en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, estos resultados también podrían explicarse por la baja participación de mujeres autistas en dichas investigaciones. Si bien actualmente se considera al autismo desde una causa multigénica igualmente la genética influye.

  1. El camuflaje o mimetismo les provee características que las hacen pasar desapercibidas como autistas, dadas las expectativas de género y prejuicios sobre la condición.

  • Tienen mejor capacidad para imitar comportamientos sociales aceptados.
  • Tienen el deseo y necesidad de interactuar socialmente.
  • Tendencia a ser tímidas o pasivas.
  • Poseen mayor imaginación.
  • Poseen mejores habilidades lingüísticas.
  • Se interesan mucho en personas o animales.
  1. Tienen mayor flexibilidad para enfrentar situaciones sociales.

Las mujeres autistas tienden a ser más conscientes de exigencias y expectativas sociales. A pesar de tener menos habilidades sociales o tener mucha dificultad para desenvolverse en estos contextos, logran observar e imitar a sus pares para interactuar de mejor forma. Es muy común que las mujeres autistas no inicien el contacto, pero sí que puedan sostenerlo con relativa fluidez si alguien más lo inicia. El síntoma se ignora pasando por alguien tímido o introvertido.

Las mujeres autistas tienden a utilizar mejor el vocabulario y lenguaje.

Es común que usen con cuidado el lenguaje (usando palabras o frases poco comunes) ya que no acostumbran hacer comentarios sin sentido o entablar conversaciones superficiales o ligeras. Este rasgo pasa desapercibido pues sólo se considera a la persona como a alguien culto y letrado, que sólo entabla conversaciones profundas, y se ignora una dificultad notoria con las interacciones informales.

Pueden crear y “habitar” mundos fantásticos muy elaborados.

Muchas niñas y mujeres autistas disfrutan mucho creando mundos imaginarios y sobre todo escapar a estos mundos ficticios por períodos considerables. Pueden desarrollar complejas tramas e interacciones, además de usarlos como espacios para ensayar habilidades sociales. Se ignora como síntoma al considerarlas sólo muy creativas, artísticas o con gran imaginación. 

Entienden poco de normas sociales, entre ellas las normas de estatus. 

Para bien o mal, la mayoría de las personas entienden las distintas jerarquías (sociales, laborales, etcétera). No así muchas personas en el espectro autista. Es por esto que pueden experimentar ansiedad al no comprender cómo funciona la popularidad o el estatus que da el dinero o éxito laboral por sobre cualquier otra característica personal realmente relevante. Esto puede ser considerado solo como parte de una personalidad más profunda y menos mundana, a pesar de que puede traer dificultades al desenvolverse en distintos grupos y que puede llegar a generar una desadaptación importante, trayendo consigo —si no es bien conducida— trastornos de la ansiedad, alimenticios y/o del ánimo.

Desórdenes alimenticios, de ansiedad y del ánimo.

La evidencia sugiere que las mujeres autistas al entrar en sus años de adolescencia tienden a presentar mayor prevalencia de depresión y altos niveles de ansiedad, así como desórdenes alimenticios. Hay un interesante y no menor dato sobre una clínica especializada en desórdenes alimenticios en Birmingham, Inglaterra, donde notaron que entre el 60% y 70% de las pacientes admitidas eran mujeres autistas no diagnosticadas. Esta alta prevalencia de pacientes mujeres puede ser descartado por consideraciones de género, pero ignora la incidencia del autismo en el desarrollo de estas patologías.

Tienen pocas amistades. 

Como hemos revisado, las mujeres en el espectro pueden pasar pasar como tímidas, calladas, serias, graves, intelectuales, profundas; no entienden acuerdos sociales implícitos, los ritos y las jerarquías y al poseer pocas habilidades sociales comunicativas, se les hace muy difícil crear o mantener amistades. Como hemos visto, todas estas etiquetas confunden y ocultan los síntomas de base que realmente que tengan pocas amistades y pueden ser calificadas solo como “de pocos amigos”.  Aunque pueden tener una mayor habilidad a la hora de mantener un primer contacto, les resulta difícil entender cómo se desarrollan las dinámicas sociales asociadas a la amistad.

Los años de la adolescencia se les hacen particularmente difíciles. 

Para todxs la adolescencia es una época de grandes cambios donde aparecen muchos desafíos de adaptación. Pero para las mujeres autistas es aún más complejo por todo lo mencionado anteriormente, sobre todo la gran dificultad para comprender las normas sociales por las cuales gran parte de lxs adolescentes se regulan. Además, el despertar sexual y el inicio de las relaciones de pareja pueden ser una gran fuente de ansiedad, y a esto debemos sumarle que muchas tienden a vivir su sexualidad menos constreñidas por las etiquetas tradicionales, incluso algunas manifestado poco o nulo interés en las interacciones sexuales.