A lo largo de la historia se ha visto a los celos como un sentimiento que existe por sí solo y que no tiene una contraparte. La explicación a esta perspectiva tiene relación con nuestra historia cultural y por cómo durante los últimos siglos se ha mantenido la idea de que las parejas son una posesión, un bien y que siempre otra persona o las circunstancias pueden robarnos.  Los celos,per se,  son también una parte del espectro de emociones humanas que —según los últimos estudios— serían para proteger los vínculos sociales en especies sociales.   Son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe la amenaza o siente la posibilidad de pérdida, hacia algo que considera propio. Desde ahí se entiende claramente que están íntimamente asociados a la inseguridad personal y a una perspectiva inmadura de cómo funcionan los vínculos humanos.  

Desde esta perspectiva los celos aparecen porque en primer lugar tenemos la creencia de que si nuestra pareja encuentra un disfrute más íntimo con otra persona significa que ya no nos quiere, no nos desea o incluso que hemos perdido nuestro valor como personas.  La segunda creencia tóxica está asociada a la idea de que si nuestra pareja disfruta íntimamente con otras personas nos cambiará sí o sí por esa alternativa, dejándonos abandonadxs.   Es allí que las personas celosas intentarán evitar a toda costa que su pareja disfrute de maneras más personales e íntimas con otras personas incluso si esto produce frustración, dolor, rabia o inclusive si esto coarta las libertades más fundamentales de aquella persona que dicen amar.  Es así como aparece lo contraproducente de los celos, que en un intento de «proteger» la relación con la persona que amamos, terminamos interfiriendo en su felicidad y crecimiento, lo que lleva justamente al deterioro de esa relación.

La compersión es todo lo opuesto. Es básicamente sentir felicidad por nuestra pareja, cuando esta siente felicidad relacionándose íntimamente con otra u otras personas. Esto se puede aplicar al ámbito intelectual, amoroso, social y sexual.  No se ve a la pareja como una posesión ni se ve a las otras personas implicadas como una amenaza, sino que se les ve como personas que queremos que también estén bien, incluso si este bienestar pueda provenir de distintas fuentes y no únicamente de nosotros.    Los niveles de compersión pueden ser muy distintos entre diferentes personas e incluso, en una misma persona pueden existir niveles distintos dependiendo del área en el que nuestra pareja interactúa íntimamente con otras personas.  Es un término que lleva varias décadas entre comunidades de personas poliamorosas y que se ha ido rescatando poco a poco al punto de que hoy ya existe una escala validada desde la ciencia, para que psicólogxs podamos medirla y trabajar desde ahí. 
En una segunda acepción que también está tomando fuerza se saca la definición únicamente centrada en las parejas que pueda tener nuestra propia pareja y lo lleva a un área más global definiendo la compersión como un estado de empatía y deleite que sentimos cuando otrx individuo —cualquiera otrx—  siente felicidad y deleite en un momento de logro y de plenitud.


Hoy en día vemos las relaciones de pareja —independiente de si son monógamas o poli, cerradas o abiertas— como vínculos que nos acompañan durante una o más etapas de nuestra vida y que se basan en el apoyo, el crecimiento y la validación de cada unx de lxs implicadxs como individuos con historias, estructuras, objetivos y necesidades distintas. De ahí que una perspectiva libre de inseguridades y madura verá las relaciones de pareja como algo dinámico y que siempre puede ir cambiando a lo largo del tiempo, sin que eso nos quite valor como personas. De ahí que se aprecia que los enamoramientos, los quiebres, los distanciamientos, acercamientos, compatibilidades o incompatibilidades adquieren una connotación libre de juicios y quedan siempre subordinadas al crecimiento y bienestar de sus involucradxs.

Una persona que siente compersión respecto al área amorosa de su pareja sentirá bienestar (gusto, empatía y/o excitación sexual) cuando su pareja se relacione amorosamente con otra(s) persona(s).  Dependiendo del grado de compersión esta sensación grata puede ir desde algo como la mera idea de imaginar o saber que su pareja se imagina intimando amorosamente con otros, o bien si la persona tiene un grado alto de compersión puede sentir un alto grado de bienestar cuando su pareja efectivamente se relaciona amorosamente con otros.    Así mismo, una persona que siente compersión en el área social siente bienestar (gusto, empatía y/o excitación sexual) cuando su pareja conoce personas nuevas con quienes potencialmente podría llegar a establecer vínculos muy profundos e íntimos, propios de las relaciones de pareja.    Del mismo modo, una persona que siente compersión en el área sexual sentirá bienestar (gusto, empatía y/o excitación sexual) cuando su pareja se relacione sexualmente con otras personas. Tal como en los casos anteriores dependiendo del nivel de compersión en esta área la persona puede encontrar bienestar en algo más sutil como el imaginarse a su pareja teniendo sexo con otras personas o bien el saber que su pareja fantasea con ese concepto, o incluso en casos de presentar una alta compersión en esta área la persona sentirá mucha compersión cuando su pareja efectivamente tenga una vida sexual activa con otras personas.

La compersión como un desafío de crecimiento

Los retos emocionales de la compersión, cuando lo único que se publicita y conoce ampliamente son los celos, son profundos y pueden estar muy arraigados en nuestra personalidad. Sobre todo en términos relacionales y sexuales. En un estudio actualmente publicado en el journal Archives of Sexual Behavior, psicólogxs crearon una encuesta científica, que denominaron Escala de Respuesta Emocional de Nuestro Meta-amor/Pareja (COMPERSe), para medir la sensación de satisfacción o placer que uno obtiene al saber o imaginar que su pareja(s) romántica está involucrada emocional o sexualmente con otra persona. 

La autora del estudio, Sharon M. Flicker dice “Lo que pretendo es examinar cómo varían los sentimientos de compersión a lo largo del tiempo o entre parejas y metamores y qué factores pueden impulsar esos cambios/diferencias.”      “La compersión, o la emoción positiva que uno puede experimentar en respuesta a que su pareja ame y/o se involucre íntimamente con otra pareja, es un tema fascinante porque, en nuestra sociedad mononormativa, la mayoría de la gente cree que la reacción “normal” o “natural” a que su pareja se involucre íntimamente con otro son los celos.”

¿Qué deberíamos hacer para ponerla en práctica?

Primero, dejar de considerar a las parejas como una propiedad y dejar de mirar sus interacciones con lxs demás como amenazas a nuestra seguridad.  Cuestionar nuestra concepción de las parejas, las relaciones y los vínculos es parte esencial.

Segundo, cuando se sientan celos, detenerse y mirar con una nueva perspectiva más introspectiva que nos permita determinar de dónde provienen los celos: inseguridad, miedo al rechazo, etc.

Tercero, recordar que cada persona puede sentir distintos niveles de compersión en las distintas áreas y que a lo largo de la vida estos niveles pueden ir cambiando también dependiendo de las características de cada unx. Hay personas que tienen que trabajar bastante para alcanzar niveles medios de compersión mientras que otras vienen innatamente preparadas para avanzar muy rápido y pueden tener todo muy claro incluso desde muy jóvenes. Por esta razón debemos mostrar comprensión y no intentar forzar sentimientos o emociones que la persona todavía no está preparada para sentir.